La cena no me apetecía un carajo, estaba deseando irme de allí. Lo único que me pareció interesante de la noche, fue ver como Rafa, que se había sentado a mi lado, llevaba todo el tiempo babeando. Yo, claro, entré al trapo. Me encanta sentirme mirada y deseada. Para ser honesta, varios de mis compañeros, alguno de los jefes, me miraron insinuantes, pero sólo Rafa se tiró al barro. Ya estaba decidido. Esta noche, a por él. En cuanto pudimos nos marchamos de allí, con el pretexto de que me acercaba a casa. Cuando nos alejábamos oí las risotadas de los babosos que miraban con envidia a Rafa, q Read more