Te necesito, maldito, lo único que quiero es tener
Por Michelle Félix
Te necesito, maldito. Lo único que quiero es tenerte junto a mí, o mejor dicho: en medio de mí.
No, no te extraño con aires románticos y melancólicos, te deseo y me urge tener tus dedos entre mis piernas. Me mojo entre los recuerdos de las noches, mad**gadas, mañanas y tardes en las que nos quitamos el frío y sofocamos el lugar con el calor del amor corporal.
Ahora te necesito aquí, curándome la ansiedad y besándome los rincones que la luz no conoce. Quiero que nos aprendamos el Kamasutra, que perdamos tiempo practicando sus poses para terminar con el misionero, en el que puedo observar tu sonrisa perversa ahogado en placer.
Estoy desesperada por ver tus pupilas dilatándose al tocar mis pechos y a tu miembro creciendo con cada movimiento. Quiero ver tus dientes mordiendo tus labios y a tus ojos borrachos, luchando por mantenerse abiertos para mirar mi cuerpo, mientras te excitas con cada sollozo. No aguanto las ganas de tener tu lengua sometiéndose a mis deseos y llevándome hasta el cielo. Quiero tenerte en cualquier lugar, un elevador, una cama, el salón de clases, en medio del parque, donde sea que pueda saciar mis ganas y dejar de ser una dama.
Vamos a complacernos, a dejarnos guiar por nuestros deseos más salvajes y terminar juntos, tocando el paraíso sin remordimiento alguno después de haber pecado.
Te reto a imaginarme una vez más volviéndome tuya, a recordar la sensación de nuestros cuerpos convertidos en uno y no querer tenerme ahí, en medio de ti.
Te necesito, maldito. Lo único que quiero es tenerte junto a mí, o mejor dicho: en medio de mí.
No, no te extraño con aires románticos y melancólicos, te deseo y me urge tener tus dedos entre mis piernas. Me mojo entre los recuerdos de las noches, mad**gadas, mañanas y tardes en las que nos quitamos el frío y sofocamos el lugar con el calor del amor corporal.
Ahora te necesito aquí, curándome la ansiedad y besándome los rincones que la luz no conoce. Quiero que nos aprendamos el Kamasutra, que perdamos tiempo practicando sus poses para terminar con el misionero, en el que puedo observar tu sonrisa perversa ahogado en placer.
Estoy desesperada por ver tus pupilas dilatándose al tocar mis pechos y a tu miembro creciendo con cada movimiento. Quiero ver tus dientes mordiendo tus labios y a tus ojos borrachos, luchando por mantenerse abiertos para mirar mi cuerpo, mientras te excitas con cada sollozo. No aguanto las ganas de tener tu lengua sometiéndose a mis deseos y llevándome hasta el cielo. Quiero tenerte en cualquier lugar, un elevador, una cama, el salón de clases, en medio del parque, donde sea que pueda saciar mis ganas y dejar de ser una dama.
Vamos a complacernos, a dejarnos guiar por nuestros deseos más salvajes y terminar juntos, tocando el paraíso sin remordimiento alguno después de haber pecado.
Te reto a imaginarme una vez más volviéndome tuya, a recordar la sensación de nuestros cuerpos convertidos en uno y no querer tenerme ahí, en medio de ti.
6 years ago