Primera experiencia con mi Hijo - Parte 1
En esta ocasión les narraré la primera experiencia sexual e in.cestuosa que tuve con mi hijo, a quién llamaré “X” para proteger su identidad. Esto ocurrió hace dos años, cuando él había cumplido hace poco sus 15 años.
Después de una extenuante tarde de sexo con mi hija, nos servimos una cerveza y comenzamos a platicar. Dentro de la conversación, ella mencionó que su hermano ya estaba bastante grande y que había dejado de ser un niño, ambas estábamos de acuerdo en eso.
- Oye mamá, y cuando te lo vas a tirar?, me preguntó ella.
- Bueno, tu sabes que he pensado mucho en eso, pero aún no encuentro el momento y la forma para hacerlo, le dije.
- Pero tú eres una experta en la seducción, no creo que te cueste tanto. Cuando te paseas por la casa en ropa interior he visto como él te queda mirando.
- Si, me he dado cuenta de eso, a decir verdad no creo que se me resista, pero como abordar el asunto inicialmente es lo que me causa inquietud.
- Pues entra en su pieza justo cuando se esté masturbando, estará indefenso jajaja, me aconsejó ella.
- Jajaja, pues no es mala idea, en algo parecido estaba pensando. Pero de lo que estoy segura es que dentro de estos días lo haré, no quiero dejar pasar más el tiempo, le dije.
Pasaron un par de días y sentía la necesidad de tener una plática con mi hijo sobre mis intenciones, pero estaba preocupada por la reacción que él tendría. Fue entonces en que decidí atraerlo de alguna manera y luego atraparlo con las manos en la masa, tal cual como me había aconsejado mi hija.
Era una mañana calurosa de enero y estábamos solos en la casa junto a “X”. Aproveché ese momento para dar inicio a mi plan.
- Hijo, ven un poquito porfa!, le grité desde la planta baja.
- Que pasa mamá?, me preguntó mientras bajaba la escala.
- Voy a ir a comprar al super, podrías ir a buscar una ropa sucia que dejé en el baño y echarla a la lavadora…
- Si, yo lo hago, anda nomás, me dijo.
Tomé mis llaves y salí de la casa, pero solo a comprar al almacén de la esquina, lo que no me llevó más de 5 minutos en estar de regreso. Al entrar sigilosamente en la casa, me percaté que la lavadora estaba apagada. Subí al segundo piso sin hacer ruido, caminé hacía el baño y empujé la puerta que estaba entre abierta.
Quedé boquiabierta al ver la espectacular escena. Vi a “X” sentado en el borde de la tina, con sus pantalones abajo y con su pene erecto envuelto en uno de mis calzones sucios que le había dejado.
Mi hijo dió un salto y se puso de pie intentando taparse desesperadamente con la cortina de baño.
- Tranquilo hijo! No te preocupes, le dije tratando de calmarlo.
- Pero mamá, sal de acá!, me pedía nervioso.
- No hijo, calma! Yo ya suponía que estabas haciendo esto, pero no tienes por qué avergonzarte, es más… sigue haciéndolo, le pedí.
- No mamá, discúlpame! Esto no tenía que pasar…
- Pero hijo, tranquilo… cualquier jovencito de tu edad se masturba, le dije.
- Si, lo sé… pe-pero yo…
- Tranquilo! Sé que te estabas masturbando con uno de mis calzones…
Era un calzón negro con encajes que me había quitado esa misma mañana. Lo recogí del suelo, lo tomé en mis manos y lo acerqué a mi nariz.
- Mmm, está muy sucio, le dije mirándolo a los ojos.
- Si, pe-pero que haces, me preguntó balbuceando.
- Te excita mucho este olor?, le pregunté mientras le acercaba el calzón a su nariz.
- Me encanta, mamá!, me dijo mientras lo olía y cerraba sus ojos.
- Entonces quiero que te sientes, le dije mientras bajaba la tapa del baño y lo tomaba de una mano.
Mi hijo se sentó y su pene nuevamente se comenzó a erectar. Yo me arrodillé frente a él y envolví su miembro con mi calzón.
- Pe-pero mamá… que estás haciendo?, me preguntó con cara de placer y de desconcierto por lo que sus ojos veían.
- Pues como soy una buena madre, te ayudaré un poquito a terminar lo que hacías, le dije mientras apretaba firme su pene y luego lo miraba fijo a los ojos.
Comencé a masturbarlo sin decir una sola palabra, alternando mis miradas entre sus ojos y su miembro. Así estuve un buen rato hasta que su respiración comenzó a agitarse y su cuerpo a estremecerse, terminando todos en unos gruesos y potentes chorros de semen que salieron disparados directamente hacía mi cara y cuello.
- Ma-mamá… lo-lo siento!, me decía con su respiración entrecortada.
- No te preocupes mi campeón, le dije.
Solté su pene y me desabroché la blusa, luego me la quité quedando solo con el sostén. Su leche caliente escurría por mi mejilla y cuello hasta caer entre mis tetas. Con ayuda de mis dedos arrastré el semen de mi cara llevándolo hasta mi boca.
- Mmmm, que rica lechita hijo… justo como me gusta, le dije mirándolo después de tragarme parte del semen que eyaculó sobre mí.
- Pe-pero mamá, no puedo creer que… que tú…
- Yo que hijo, dilo!, le ordené.
- Que tú… que tu estés haciendo esto conmigo… yo soy tu hijo!, exclamó, mirándome fijo a los ojos.
- Por eso mismo “X”, yo a ti te amo, le dije mirándolo mientras apretaba mis tetas entre mis brazos.
- Pe-pero mamá…
- Que hijo, dime lo que sientes, le pedí mientras me quitaba el sostén dejándole ver mis rosados y erectos pezones.
- Pues que quieres que te diga, solo mírate… me dijo mientras se ponía de pie y subía sus pantalones.
- Pero “X” que haces?
- No puedo seguir con esto, mamá… y límpiate, me dijo mirándome casi con desprecio.
Luego de decirme eso, “X” salió del baño dejándome sola, arrodillada en el piso, con mis pechos al aire y cubierta de semen.
Tras escuchar las palabras de mi hijo y la forma en que me miró, me sentí la puta más sucia del mundo. Luego mi mente quedó en blanco por un par de minutos, hasta que decidí ponerme de pie, me miré al espejo y me lavé la cara. Enseguida de eso, me dirigí a mi dormitorio, me encerré y no salí de ahí en toda la tarde, lo mismo hizo “X”.
Continuará...
Después de una extenuante tarde de sexo con mi hija, nos servimos una cerveza y comenzamos a platicar. Dentro de la conversación, ella mencionó que su hermano ya estaba bastante grande y que había dejado de ser un niño, ambas estábamos de acuerdo en eso.
- Oye mamá, y cuando te lo vas a tirar?, me preguntó ella.
- Bueno, tu sabes que he pensado mucho en eso, pero aún no encuentro el momento y la forma para hacerlo, le dije.
- Pero tú eres una experta en la seducción, no creo que te cueste tanto. Cuando te paseas por la casa en ropa interior he visto como él te queda mirando.
- Si, me he dado cuenta de eso, a decir verdad no creo que se me resista, pero como abordar el asunto inicialmente es lo que me causa inquietud.
- Pues entra en su pieza justo cuando se esté masturbando, estará indefenso jajaja, me aconsejó ella.
- Jajaja, pues no es mala idea, en algo parecido estaba pensando. Pero de lo que estoy segura es que dentro de estos días lo haré, no quiero dejar pasar más el tiempo, le dije.
Pasaron un par de días y sentía la necesidad de tener una plática con mi hijo sobre mis intenciones, pero estaba preocupada por la reacción que él tendría. Fue entonces en que decidí atraerlo de alguna manera y luego atraparlo con las manos en la masa, tal cual como me había aconsejado mi hija.
Era una mañana calurosa de enero y estábamos solos en la casa junto a “X”. Aproveché ese momento para dar inicio a mi plan.
- Hijo, ven un poquito porfa!, le grité desde la planta baja.
- Que pasa mamá?, me preguntó mientras bajaba la escala.
- Voy a ir a comprar al super, podrías ir a buscar una ropa sucia que dejé en el baño y echarla a la lavadora…
- Si, yo lo hago, anda nomás, me dijo.
Tomé mis llaves y salí de la casa, pero solo a comprar al almacén de la esquina, lo que no me llevó más de 5 minutos en estar de regreso. Al entrar sigilosamente en la casa, me percaté que la lavadora estaba apagada. Subí al segundo piso sin hacer ruido, caminé hacía el baño y empujé la puerta que estaba entre abierta.
Quedé boquiabierta al ver la espectacular escena. Vi a “X” sentado en el borde de la tina, con sus pantalones abajo y con su pene erecto envuelto en uno de mis calzones sucios que le había dejado.
Mi hijo dió un salto y se puso de pie intentando taparse desesperadamente con la cortina de baño.
- Tranquilo hijo! No te preocupes, le dije tratando de calmarlo.
- Pero mamá, sal de acá!, me pedía nervioso.
- No hijo, calma! Yo ya suponía que estabas haciendo esto, pero no tienes por qué avergonzarte, es más… sigue haciéndolo, le pedí.
- No mamá, discúlpame! Esto no tenía que pasar…
- Pero hijo, tranquilo… cualquier jovencito de tu edad se masturba, le dije.
- Si, lo sé… pe-pero yo…
- Tranquilo! Sé que te estabas masturbando con uno de mis calzones…
Era un calzón negro con encajes que me había quitado esa misma mañana. Lo recogí del suelo, lo tomé en mis manos y lo acerqué a mi nariz.
- Mmm, está muy sucio, le dije mirándolo a los ojos.
- Si, pe-pero que haces, me preguntó balbuceando.
- Te excita mucho este olor?, le pregunté mientras le acercaba el calzón a su nariz.
- Me encanta, mamá!, me dijo mientras lo olía y cerraba sus ojos.
- Entonces quiero que te sientes, le dije mientras bajaba la tapa del baño y lo tomaba de una mano.
Mi hijo se sentó y su pene nuevamente se comenzó a erectar. Yo me arrodillé frente a él y envolví su miembro con mi calzón.
- Pe-pero mamá… que estás haciendo?, me preguntó con cara de placer y de desconcierto por lo que sus ojos veían.
- Pues como soy una buena madre, te ayudaré un poquito a terminar lo que hacías, le dije mientras apretaba firme su pene y luego lo miraba fijo a los ojos.
Comencé a masturbarlo sin decir una sola palabra, alternando mis miradas entre sus ojos y su miembro. Así estuve un buen rato hasta que su respiración comenzó a agitarse y su cuerpo a estremecerse, terminando todos en unos gruesos y potentes chorros de semen que salieron disparados directamente hacía mi cara y cuello.
- Ma-mamá… lo-lo siento!, me decía con su respiración entrecortada.
- No te preocupes mi campeón, le dije.
Solté su pene y me desabroché la blusa, luego me la quité quedando solo con el sostén. Su leche caliente escurría por mi mejilla y cuello hasta caer entre mis tetas. Con ayuda de mis dedos arrastré el semen de mi cara llevándolo hasta mi boca.
- Mmmm, que rica lechita hijo… justo como me gusta, le dije mirándolo después de tragarme parte del semen que eyaculó sobre mí.
- Pe-pero mamá, no puedo creer que… que tú…
- Yo que hijo, dilo!, le ordené.
- Que tú… que tu estés haciendo esto conmigo… yo soy tu hijo!, exclamó, mirándome fijo a los ojos.
- Por eso mismo “X”, yo a ti te amo, le dije mirándolo mientras apretaba mis tetas entre mis brazos.
- Pe-pero mamá…
- Que hijo, dime lo que sientes, le pedí mientras me quitaba el sostén dejándole ver mis rosados y erectos pezones.
- Pues que quieres que te diga, solo mírate… me dijo mientras se ponía de pie y subía sus pantalones.
- Pero “X” que haces?
- No puedo seguir con esto, mamá… y límpiate, me dijo mirándome casi con desprecio.
Luego de decirme eso, “X” salió del baño dejándome sola, arrodillada en el piso, con mis pechos al aire y cubierta de semen.
Tras escuchar las palabras de mi hijo y la forma en que me miró, me sentí la puta más sucia del mundo. Luego mi mente quedó en blanco por un par de minutos, hasta que decidí ponerme de pie, me miré al espejo y me lavé la cara. Enseguida de eso, me dirigí a mi dormitorio, me encerré y no salí de ahí en toda la tarde, lo mismo hizo “X”.
Continuará...
8 years ago
Felicidades.....en cualquier caso.....Besos.
Quisiera tener 25 años menos y ser tu hijo, mmmmm
Ya esta disponible la segunda parte
Ya esta disponible la segunda parte
Que rico como aceptas tu sexualidad. Ojalá que termine muy bien el relato para los 2