Primera experiencia con mi Hija...
Lo que les relataré a continuación fue la primera experiencia sexual e in.cestuosa que tuve con mi hija, a quien para proteger su identidad la llamaré "Y".
Esto ocurrió hace 7 años, "Y" estaba pronto a cumplir sus 15 años y ya llamaba bastante la atención de muchos por su hermosa figura; hermoso rostro, pechos en desarrollo, pequeña cintura, caderas amplias, generoso trasero y piernas largas y esbeltas.
Llamaba mucho la atención de los hombres en las calles, lo que me hacía sentir mucho orgullo, pero sobre todo a mí, que disfruto mirándola todos los días.
En ese entonces, aburrida de autosatisfacerme de la manera convencional (usando las manos), decidí hacerme un regalo y para mi cumpleaños compré por internet un pene de goma; era de color piel, venoso y muy grueso. Se convirtió en un fiel compañero, ideal para darme placer y usarlo a cada instante en que lo necesitaba.
Un lunes de noviembre, "Y" venia recién llegando del colegio y le pedí que me acompañara a hacer unos trámites al centro y como se había vuelto costumbre anteriormente, me dijo que estaba cansada y que prefería quedarse en casa. Yo comprendí la situación, pero de todas formas me causaba extrañeza que ya no le gustaba acompañarme, lo cual siempre la había gustado.
Salí a la calle a esperar la micro o algún colectivo, pasaron 10 minutos y al abrir mi cartera para sacar un pañuelo, me di cuenta que había olvidado mi monedero. Un tanto fastidiada, me devolví a la casa.
Al llegar, abrí la puerta y me percaté que todo estaba en silencio en la planta baja, supuse que "Y" estaba en su habitación descansando o quizás en el baño. Subí la escalera en dirección a mi pieza y al pasar por afuera de la de mi hija, comprobé que ella no estaba ahí. Seguí avanzando hasta ver que la puerta de mi habitación estaba entreabierta y desde adentro pude escuchar unos suspiros.
De inmediato una electricidad comenzó a recorrer todo mi cuerpo y mi corazón se aceleró de golpe. Sigilosamente me asomé y observe a mi hija tendida en mi cama, con su blusa abierta, sus pechos al aire, su faldita subida hasta la cintura, su piernas completamente abiertas, su calzón, calcetas y zapatos tirados en el suelo y lo que llamó aún más mi atención, fue ver mi pene de goma metido dentro de su vagina.
Era un morboso espectáculo que hizo mojar mi vagina y calzón en forma inmediata. Estuve observándola sin que ella se diera cuenta por 5 minutos hasta que comprendí que era un momento intimo de ella. Me alejé de la puerta y desde la planta baja lancé un grito para que ella se percatara de que había llegado.
Subí nuevamente la escalera y estando arriba, la vi a ella entrando a su pieza, con sus zapatos y calcetas en las manos y con su blusa mal abrochada.
- Que te pasó mamá? te devolviste?!, me preguntó un tanto nerviosa.
- Si, lo que pasa es que olvidé mi monedero, pero ya se me hizo muy tarde. Lo dejaré para mañana, le dije.
- Ahh si, mejor… yo ahora me voy a cambiar ropa, me dijo entrando y cerrando la puerta de su pieza.
- Ok, yo voy a recostarme un ratito. Si tienes tarea, hazla ahora, le ordené.
Entré a mi dormitorio y le puse el seguro a la puerta, me tendí sobre la cama, abrí el cajón de mi velador y ahí estaba mi consolador. Lo tomé y aún estaba tibio, y lo mejor de todo es que estaba mojado.
Sobre él se notaba un liquido viscoso que brillaba al acercarlo a la luz, lo acerqué a mi nariz y tenía un delicioso aroma. No me resistí y casi por reflejo deslicé mi lengua por lo largo y ancho de mi juguetito. Era el juguito de concha más rico que había probado o quizás esa fue mi impresión al saber que era el de mi propia hija.
Lamí y chupé el consolador hasta quitarle cualquier vestigio de los fluidos de mi hija y luego comencé a masturbarme hasta tener un placentero orgasmo.
A partir de todo lo ocurrido, comprendí porque a mi hija le gustaba quedarse sola en casa. A su edad sus hormonas estaban a full y era normal que eso pasara y por lo mismo decidí tener una plática con ella y darle un regalo.
Pasaron algunos días y aprovechando que mi hijo pasó la noche en casa de un amigo, invité a "Y" a que durmiera conmigo. Al entrar en mi habitación, yo estaba sobre mi cama humectando mis piernas con crema, la miré y al verla vestida con un diminuto short y una camiseta muy escotada, la animé a que se recostara a mi lado y enseguida puse un poco de crema en sus muslos y comencé a acariciarla.
- Tienes hermosas tus piernas… te echas cremita como lo estoy haciendo yo?, le pregunté.
- Sí, bueno a veces… otras se me olvida hacerlo, me respondió mirándome con su carita hermosa y tierna.
- Vamos a hacer una cosa entonces, desde ahora todas las noches voy a echarte cremita en tus piernas… tienes que cuidártelas, le dije mientras seguía esparciendo la crema en sus muslos y pantorrillas.
- Cuidármelas para tenerlas como tú?, me preguntó, mirándome las piernas.
- Por qué lo dices? le respondí haciéndole otra pregunta y mirándola a los ojos.
- Porque tú tienes tus piernas hermosas, como de jovencita… He visto las piernas de las mamás de mis compañeras y no se comparan a las tuyas, me respondió.
- Ayy cosita bella de mamá! entonces si tu lo dices, debes echarte cremita para tenerlas como yo más adelante, le dije.
Mientras seguía humectando sus bellas y tonificadas piernas con crema, seguimos hablando de temas comunes entre madre e hija, hasta que decidí tocar temas un poco más íntimos.
- Oye "Y", como va tu periodo? , le pregunté.
- Va todo bien, me hice el calendario que tú me dijiste y ahí llevo el control de los días, me respondió con naturalidad.
- Ah que bueno… es importante que lleves el control de los días, más adelante ya no necesitarás el calendario.
- Si, de hecho ya se mas o menos los días en que me llega, me dijo.
- Viste!... oye y supongo que no estás pololeando con nadie, cierto? no me quiero enterar por terceras personas, le dije.
- Noo! jaja, con nadie, te lo juro… si llegara a pasar algo te lo diría, me respondió con su carita un tanto sonrojada.
- Pues eso espero! tu sabes que puedes confiar conmigo y hablar de todo… siempre voy a querer lo mejor para ti, le dije tomando sus manos y mirándola a los ojos.
- Lo sé mamá… sé que puedo confiar en ti y como te dije, si pasa algo serás la primera en saberlo, me dijo sonriéndome y acariciando mi cabello.
Con "Y" siempre tuvimos plena confianza en hablar temas sin tabúes. Desde que le llegó su periodo a los 13 años, le conversé sobre temas relacionados con su cuerpo y la sexualidad.
- Oye "Y", también quería aprovechar este momento para hablar algo importante contigo, le dije mientras seguía acariciando sus manos.
- Si, dime mamá, sobre qué quieres hablarme?, me preguntó tranquilamente.
- Mira, yo también tuve 15 años, y a tu edad mis hormonas estaban revolucionadas. Cada vez que podía, me encerraba en mi pieza o en el baño y para qué hablar sobre las noches cuando me iba a dormir… Sabes de lo que estoy hablando, cierto?
- Mmm, creo saber para que lado vas, me dijo un tanto nerviosa.
- Bueno, lo que quiero decir es que la masturbación es algo completamente normal, tanto en los jovencitos como en las jovencitas, le dije.
- Si, eso lo sé… ya lo hablamos una vez, me dijo un tanto incomoda.
- Si, pero mas allá de eso, es sobre esto de lo que quiero hablarte, le dije mientras metía mi mano bajo la almohada y sacaba mi pene de goma.
- Mamá, pero que es eso?! me preguntó haciéndose la asombrada.
- Mi niña, tu sabes perfectamente lo que es esto y no es necesario que finjas… es más, se que hasta lo has usado, le dije tratando de buscar su esquiva mirada.
Luego de unos segundo de silencio, me habló tímidamente.
- Y… y tu como sabes que lo he usado ?
- Recuerdas el lunes pasado cuando me devolví a buscar mi monedero?... Bueno, en esa ocasión, subí hasta acá y observé cómo te masturbabas con él, le dije con un tono muy suave.
- N-no debiste haber hecho eso mamá… no sabes lo avergonzada que estoy ahora, me decía con su mirada baja y voz muy débil.
- Mi niña hermosa, yo no te estoy retando ni nada, ni siquiera estoy mo.lesta contigo, a pesar de tener motivos, ya que te metiste en mis cosas sin mi permiso… solo quiero hablar sobre esto, porque este tipo de cosas son de carácter personal, le dije.
- Lo sé mamá, estuve mal en usarlo, pero es que lo vi ahí, supe que lo usabas tú y no me resistí. Y para ser bien sincera, lo he usado muchas veces ya, me dijo mirándome a los ojos y con voz más decidida.
- Bueno hija, para que veas que soy una buena madre y puedes confiar en mí, te tengo un regalo… abre el cajón de mi cómoda, ahí está, le dije apuntando el lugar.
- Hablas en serio mamá?, me preguntó asombrada y caminando en dirección a la cómoda un tanto dubitativa.
Luego de abrir el cajón, sacó una caja envuelta en papel de regalo. Lo tomó y se volvió a recostar a mi lado.
- Ábrelo hija! le dije entusiasmada y ansiosa por ver su reacción.
- A ver… que será?... Mamá!! jajaja…Gracias!!
Mi hija estaba feliz al ver su nuevo regalo. Era su propio consolador, similar al mío, solo que un poco más pequeño.
- Creo que ya estás en edad de tener el tuyo propio, le dije sonriéndole pícaramente.
- Pero mamá! no tenias para que hacerlo… igual gracias, está muy lindo, me dijo riendo un tanto avergonzada.
- Quise hacerlo hija… habían algunos con vibrador, pero esos costaban más caros. Más adelante te puedo comprar uno de esos, le dije acariciando su mejilla.
- No te preocupes mamá… oye y que tal si lo estreno ahora?, me preguntó mirándome coquetamente.
- Ahora? estás con ganas de usarlo?, le pregunté asombrada de su proposición.
- Si poh´ total ya me has visto hacerlo, quizás tu me podrías enseñar, me decía con una mirada libidinosa.
- Con mucho gusto te enseño a usarlo mi niña.
Le bajé su shortsito y quedé alucinada al ver de tan cerca su rosada vulva, sus labios carnosos y esos pelitos cortitos y rizados.
- No me imaginaba lo hermosa que se te ha puesto la conchita… puedo tocarte?
- Hazlo mamá, estoy ansiosa de que lo hagas.
Todo estaba sucediendo con mucha normalidad entre ambas. Deslicé mis dedos sobre su vulva y lentamente comencé a abrir sus labios vaginales. Su clítoris me hipnotizaba y me pedía a gritos que lo chupara. El color y aroma de su vagina eran maravillosos y se notaba lo húmeda que estaba.
Mi hija permanecía recostada en la cama con su piernas totalmente abiertas, y mientras yo exploraba su vagina, ella comenzó a sacar el consolador de la caja. Aproveché que estaba distraída y deslicé mi lengua sobre su clítoris, estaba durito y sabroso.
- Uff mamá! Que rico!, me dijo luego de lanzar un gemido.
Seguí lamiendo y chupando su clítoris con un poco más de fuerza, lo que la hacía vibrar de placer.
- Tienes tu conchita exquisita hija, regálame tu juguito!, exclamé.
Ella comenzó a lamer y a ensalivar el pene de goma y luego me lo pasó.
- Ocupa esto mamá y sácame todo el juguito que desees, me dijo con su respiración agitada y mirándome a los ojos.
Luego de recibir el consolador, coloqué la punta en la entrada de su vagina y enseguida dejé caer mi saliva sobre ella. Suavemente hice presión hasta que el juguete lentamente empezó a entrar.
El espectáculo era hermoso, ver a solo centímetros como su estrecha y húmeda vagina se abría al paso del consolador, uff.
Después de un rato el pene de goma entraba y salía de su vagina con mas fuerza y velocidad al mismo tiempo en que devoraba su clítoris.
El cuerpo de "Y" se estremecía y sus gemidos me volvían loca. Fue cosa de minutos para provocarle un rico orgasmo.
Mi hija estaba extasiada, con su pulsaciones a mil y la respiración agitada fue incapaz de decirme algo. Yo solo la miraba y sonreía, mientras le frotaba el consolador sobre su chorreante vagina. El juguito de su concha combinados con mi saliva escurrían hasta caer sobre las sabanas.
Me coloqué al lado de ella y comencé a besarle su frente, luego acerque el consolador hasta su rostro para que lo observara.
- Mira mi niña, lo mojado que los has dejado, le decía mientras miraba y giraba el juguete.
Enseguida mirándola a ella deslicé mi lengua desde la base hasta la punta del consolador.
- Y que delicioso que está!... mira, pruébalo tú, le ordené.
Lo acerqué a su boca y ella sin hacerle el quite pasó su lengua sobre él.
- Ahora ya sabes lo deliciosa que eres y porque a mamá le gusta tanto tu juguito, le dije.
Ella solo me miraba y sonreía, asintiendo con la cabeza.
- Prométeme una cosa "Y" … prométeme que esto lo volveremos a hacer, le dije mirándola con ternura.
- Te lo prometo mamá, lo haremos muchas veces más… todos los días si es posible, me dijo con una voz débil pero decidida.
Luego, ella se sentó en la cama y puso sus manos sobre mi rostro.
- Te amo mamá, eres la mejor del mundo… no sabes cuantas veces fantaseé con algo así. Soy tu hija y puedes usarme como tú quieras. El placer que me has dado esta noche quiero devolvértelo multiplicado por 10 si es posible, me decía mirándome fijo a los ojos.
Fue en ese instante en que comprendí que "Y" era una chica sumisa y que a partir de ese momento nuestra relación de madre e hija cambiaría de una manera impensada para mí.
Dedicado a mi hija amada, la que hasta el día de hoy es mi compañera y confidente.
Esto ocurrió hace 7 años, "Y" estaba pronto a cumplir sus 15 años y ya llamaba bastante la atención de muchos por su hermosa figura; hermoso rostro, pechos en desarrollo, pequeña cintura, caderas amplias, generoso trasero y piernas largas y esbeltas.
Llamaba mucho la atención de los hombres en las calles, lo que me hacía sentir mucho orgullo, pero sobre todo a mí, que disfruto mirándola todos los días.
En ese entonces, aburrida de autosatisfacerme de la manera convencional (usando las manos), decidí hacerme un regalo y para mi cumpleaños compré por internet un pene de goma; era de color piel, venoso y muy grueso. Se convirtió en un fiel compañero, ideal para darme placer y usarlo a cada instante en que lo necesitaba.
Un lunes de noviembre, "Y" venia recién llegando del colegio y le pedí que me acompañara a hacer unos trámites al centro y como se había vuelto costumbre anteriormente, me dijo que estaba cansada y que prefería quedarse en casa. Yo comprendí la situación, pero de todas formas me causaba extrañeza que ya no le gustaba acompañarme, lo cual siempre la había gustado.
Salí a la calle a esperar la micro o algún colectivo, pasaron 10 minutos y al abrir mi cartera para sacar un pañuelo, me di cuenta que había olvidado mi monedero. Un tanto fastidiada, me devolví a la casa.
Al llegar, abrí la puerta y me percaté que todo estaba en silencio en la planta baja, supuse que "Y" estaba en su habitación descansando o quizás en el baño. Subí la escalera en dirección a mi pieza y al pasar por afuera de la de mi hija, comprobé que ella no estaba ahí. Seguí avanzando hasta ver que la puerta de mi habitación estaba entreabierta y desde adentro pude escuchar unos suspiros.
De inmediato una electricidad comenzó a recorrer todo mi cuerpo y mi corazón se aceleró de golpe. Sigilosamente me asomé y observe a mi hija tendida en mi cama, con su blusa abierta, sus pechos al aire, su faldita subida hasta la cintura, su piernas completamente abiertas, su calzón, calcetas y zapatos tirados en el suelo y lo que llamó aún más mi atención, fue ver mi pene de goma metido dentro de su vagina.
Era un morboso espectáculo que hizo mojar mi vagina y calzón en forma inmediata. Estuve observándola sin que ella se diera cuenta por 5 minutos hasta que comprendí que era un momento intimo de ella. Me alejé de la puerta y desde la planta baja lancé un grito para que ella se percatara de que había llegado.
Subí nuevamente la escalera y estando arriba, la vi a ella entrando a su pieza, con sus zapatos y calcetas en las manos y con su blusa mal abrochada.
- Que te pasó mamá? te devolviste?!, me preguntó un tanto nerviosa.
- Si, lo que pasa es que olvidé mi monedero, pero ya se me hizo muy tarde. Lo dejaré para mañana, le dije.
- Ahh si, mejor… yo ahora me voy a cambiar ropa, me dijo entrando y cerrando la puerta de su pieza.
- Ok, yo voy a recostarme un ratito. Si tienes tarea, hazla ahora, le ordené.
Entré a mi dormitorio y le puse el seguro a la puerta, me tendí sobre la cama, abrí el cajón de mi velador y ahí estaba mi consolador. Lo tomé y aún estaba tibio, y lo mejor de todo es que estaba mojado.
Sobre él se notaba un liquido viscoso que brillaba al acercarlo a la luz, lo acerqué a mi nariz y tenía un delicioso aroma. No me resistí y casi por reflejo deslicé mi lengua por lo largo y ancho de mi juguetito. Era el juguito de concha más rico que había probado o quizás esa fue mi impresión al saber que era el de mi propia hija.
Lamí y chupé el consolador hasta quitarle cualquier vestigio de los fluidos de mi hija y luego comencé a masturbarme hasta tener un placentero orgasmo.
A partir de todo lo ocurrido, comprendí porque a mi hija le gustaba quedarse sola en casa. A su edad sus hormonas estaban a full y era normal que eso pasara y por lo mismo decidí tener una plática con ella y darle un regalo.
Pasaron algunos días y aprovechando que mi hijo pasó la noche en casa de un amigo, invité a "Y" a que durmiera conmigo. Al entrar en mi habitación, yo estaba sobre mi cama humectando mis piernas con crema, la miré y al verla vestida con un diminuto short y una camiseta muy escotada, la animé a que se recostara a mi lado y enseguida puse un poco de crema en sus muslos y comencé a acariciarla.
- Tienes hermosas tus piernas… te echas cremita como lo estoy haciendo yo?, le pregunté.
- Sí, bueno a veces… otras se me olvida hacerlo, me respondió mirándome con su carita hermosa y tierna.
- Vamos a hacer una cosa entonces, desde ahora todas las noches voy a echarte cremita en tus piernas… tienes que cuidártelas, le dije mientras seguía esparciendo la crema en sus muslos y pantorrillas.
- Cuidármelas para tenerlas como tú?, me preguntó, mirándome las piernas.
- Por qué lo dices? le respondí haciéndole otra pregunta y mirándola a los ojos.
- Porque tú tienes tus piernas hermosas, como de jovencita… He visto las piernas de las mamás de mis compañeras y no se comparan a las tuyas, me respondió.
- Ayy cosita bella de mamá! entonces si tu lo dices, debes echarte cremita para tenerlas como yo más adelante, le dije.
Mientras seguía humectando sus bellas y tonificadas piernas con crema, seguimos hablando de temas comunes entre madre e hija, hasta que decidí tocar temas un poco más íntimos.
- Oye "Y", como va tu periodo? , le pregunté.
- Va todo bien, me hice el calendario que tú me dijiste y ahí llevo el control de los días, me respondió con naturalidad.
- Ah que bueno… es importante que lleves el control de los días, más adelante ya no necesitarás el calendario.
- Si, de hecho ya se mas o menos los días en que me llega, me dijo.
- Viste!... oye y supongo que no estás pololeando con nadie, cierto? no me quiero enterar por terceras personas, le dije.
- Noo! jaja, con nadie, te lo juro… si llegara a pasar algo te lo diría, me respondió con su carita un tanto sonrojada.
- Pues eso espero! tu sabes que puedes confiar conmigo y hablar de todo… siempre voy a querer lo mejor para ti, le dije tomando sus manos y mirándola a los ojos.
- Lo sé mamá… sé que puedo confiar en ti y como te dije, si pasa algo serás la primera en saberlo, me dijo sonriéndome y acariciando mi cabello.
Con "Y" siempre tuvimos plena confianza en hablar temas sin tabúes. Desde que le llegó su periodo a los 13 años, le conversé sobre temas relacionados con su cuerpo y la sexualidad.
- Oye "Y", también quería aprovechar este momento para hablar algo importante contigo, le dije mientras seguía acariciando sus manos.
- Si, dime mamá, sobre qué quieres hablarme?, me preguntó tranquilamente.
- Mira, yo también tuve 15 años, y a tu edad mis hormonas estaban revolucionadas. Cada vez que podía, me encerraba en mi pieza o en el baño y para qué hablar sobre las noches cuando me iba a dormir… Sabes de lo que estoy hablando, cierto?
- Mmm, creo saber para que lado vas, me dijo un tanto nerviosa.
- Bueno, lo que quiero decir es que la masturbación es algo completamente normal, tanto en los jovencitos como en las jovencitas, le dije.
- Si, eso lo sé… ya lo hablamos una vez, me dijo un tanto incomoda.
- Si, pero mas allá de eso, es sobre esto de lo que quiero hablarte, le dije mientras metía mi mano bajo la almohada y sacaba mi pene de goma.
- Mamá, pero que es eso?! me preguntó haciéndose la asombrada.
- Mi niña, tu sabes perfectamente lo que es esto y no es necesario que finjas… es más, se que hasta lo has usado, le dije tratando de buscar su esquiva mirada.
Luego de unos segundo de silencio, me habló tímidamente.
- Y… y tu como sabes que lo he usado ?
- Recuerdas el lunes pasado cuando me devolví a buscar mi monedero?... Bueno, en esa ocasión, subí hasta acá y observé cómo te masturbabas con él, le dije con un tono muy suave.
- N-no debiste haber hecho eso mamá… no sabes lo avergonzada que estoy ahora, me decía con su mirada baja y voz muy débil.
- Mi niña hermosa, yo no te estoy retando ni nada, ni siquiera estoy mo.lesta contigo, a pesar de tener motivos, ya que te metiste en mis cosas sin mi permiso… solo quiero hablar sobre esto, porque este tipo de cosas son de carácter personal, le dije.
- Lo sé mamá, estuve mal en usarlo, pero es que lo vi ahí, supe que lo usabas tú y no me resistí. Y para ser bien sincera, lo he usado muchas veces ya, me dijo mirándome a los ojos y con voz más decidida.
- Bueno hija, para que veas que soy una buena madre y puedes confiar en mí, te tengo un regalo… abre el cajón de mi cómoda, ahí está, le dije apuntando el lugar.
- Hablas en serio mamá?, me preguntó asombrada y caminando en dirección a la cómoda un tanto dubitativa.
Luego de abrir el cajón, sacó una caja envuelta en papel de regalo. Lo tomó y se volvió a recostar a mi lado.
- Ábrelo hija! le dije entusiasmada y ansiosa por ver su reacción.
- A ver… que será?... Mamá!! jajaja…Gracias!!
Mi hija estaba feliz al ver su nuevo regalo. Era su propio consolador, similar al mío, solo que un poco más pequeño.
- Creo que ya estás en edad de tener el tuyo propio, le dije sonriéndole pícaramente.
- Pero mamá! no tenias para que hacerlo… igual gracias, está muy lindo, me dijo riendo un tanto avergonzada.
- Quise hacerlo hija… habían algunos con vibrador, pero esos costaban más caros. Más adelante te puedo comprar uno de esos, le dije acariciando su mejilla.
- No te preocupes mamá… oye y que tal si lo estreno ahora?, me preguntó mirándome coquetamente.
- Ahora? estás con ganas de usarlo?, le pregunté asombrada de su proposición.
- Si poh´ total ya me has visto hacerlo, quizás tu me podrías enseñar, me decía con una mirada libidinosa.
- Con mucho gusto te enseño a usarlo mi niña.
Le bajé su shortsito y quedé alucinada al ver de tan cerca su rosada vulva, sus labios carnosos y esos pelitos cortitos y rizados.
- No me imaginaba lo hermosa que se te ha puesto la conchita… puedo tocarte?
- Hazlo mamá, estoy ansiosa de que lo hagas.
Todo estaba sucediendo con mucha normalidad entre ambas. Deslicé mis dedos sobre su vulva y lentamente comencé a abrir sus labios vaginales. Su clítoris me hipnotizaba y me pedía a gritos que lo chupara. El color y aroma de su vagina eran maravillosos y se notaba lo húmeda que estaba.
Mi hija permanecía recostada en la cama con su piernas totalmente abiertas, y mientras yo exploraba su vagina, ella comenzó a sacar el consolador de la caja. Aproveché que estaba distraída y deslicé mi lengua sobre su clítoris, estaba durito y sabroso.
- Uff mamá! Que rico!, me dijo luego de lanzar un gemido.
Seguí lamiendo y chupando su clítoris con un poco más de fuerza, lo que la hacía vibrar de placer.
- Tienes tu conchita exquisita hija, regálame tu juguito!, exclamé.
Ella comenzó a lamer y a ensalivar el pene de goma y luego me lo pasó.
- Ocupa esto mamá y sácame todo el juguito que desees, me dijo con su respiración agitada y mirándome a los ojos.
Luego de recibir el consolador, coloqué la punta en la entrada de su vagina y enseguida dejé caer mi saliva sobre ella. Suavemente hice presión hasta que el juguete lentamente empezó a entrar.
El espectáculo era hermoso, ver a solo centímetros como su estrecha y húmeda vagina se abría al paso del consolador, uff.
Después de un rato el pene de goma entraba y salía de su vagina con mas fuerza y velocidad al mismo tiempo en que devoraba su clítoris.
El cuerpo de "Y" se estremecía y sus gemidos me volvían loca. Fue cosa de minutos para provocarle un rico orgasmo.
Mi hija estaba extasiada, con su pulsaciones a mil y la respiración agitada fue incapaz de decirme algo. Yo solo la miraba y sonreía, mientras le frotaba el consolador sobre su chorreante vagina. El juguito de su concha combinados con mi saliva escurrían hasta caer sobre las sabanas.
Me coloqué al lado de ella y comencé a besarle su frente, luego acerque el consolador hasta su rostro para que lo observara.
- Mira mi niña, lo mojado que los has dejado, le decía mientras miraba y giraba el juguete.
Enseguida mirándola a ella deslicé mi lengua desde la base hasta la punta del consolador.
- Y que delicioso que está!... mira, pruébalo tú, le ordené.
Lo acerqué a su boca y ella sin hacerle el quite pasó su lengua sobre él.
- Ahora ya sabes lo deliciosa que eres y porque a mamá le gusta tanto tu juguito, le dije.
Ella solo me miraba y sonreía, asintiendo con la cabeza.
- Prométeme una cosa "Y" … prométeme que esto lo volveremos a hacer, le dije mirándola con ternura.
- Te lo prometo mamá, lo haremos muchas veces más… todos los días si es posible, me dijo con una voz débil pero decidida.
Luego, ella se sentó en la cama y puso sus manos sobre mi rostro.
- Te amo mamá, eres la mejor del mundo… no sabes cuantas veces fantaseé con algo así. Soy tu hija y puedes usarme como tú quieras. El placer que me has dado esta noche quiero devolvértelo multiplicado por 10 si es posible, me decía mirándome fijo a los ojos.
Fue en ese instante en que comprendí que "Y" era una chica sumisa y que a partir de ese momento nuestra relación de madre e hija cambiaría de una manera impensada para mí.
Dedicado a mi hija amada, la que hasta el día de hoy es mi compañera y confidente.
8 years ago
Me hubiera gustado experimentar algo así =3
Que ganas de haber visto es hermosa escena con tú hija, ya me la estoy imaginando..
Sí, el sexo es uno de los placeres de la vida y hay que disfrutarlos a concho!!