Mi primera vez, mi tío, mi primer hombre

Fue una tarde de invierno. Después de un par de semanas chupándosela y pajeando a mi tío mientras él olía mis calzones sucios en brevísimos espacios de tiempo y en lugares tan incómodos como el auto, ocurrió que mis padres y mi tía tuvieron que salir de la ciudad por trabajo. Esa tarde llegué a mi casa (que, recuerden estaba separada de la casa de mis tíos por el patio y que mis padres habían puesto una puerta para poder pasar de un lado a otro sin salir a la calle) y me encontré con una nota en mi cama: “Cuando llegues del colegio ve a la casa”. Así lo hice, obediente con el hombre que me calentaba y me dejaba tocarlo y beber de su semen, tan pronto como llegué del colegio, fui a su casa.
Ahí estaba, trabajando en su escritorio. Se volteó a mirarme y me dijo: “¿Qué me trajiste?”. Me levanté el uniforme y me saqué los calzones que había estado usando por tres días ya. La zona de mi conchita estaba casi amarilla, por las manchas de orina y por las veces que me había masturbado pensado en la verga de mi tío…y en la de otros hombres, a los que, por supuesto no me había acercado. Como era casi costumbre, me los saqué lentamente, mientras mi tío se tocaba la verga por encima del pantalón. Estaban hediondos a sudor, a mis jugos y a orina. Me acerqué para dárselos a mi tío, pensando en que iba a desabotonarse el pantalón, ponerme de rodillas y hacer que lo pajeara mirándome a la cara y oliendo su regalo. Pero esta vez, mi tío se levantó, me quitó el calzón y me abrazó. Me metió una mano por debajo de la falda del uniforme y me apretó el culo mientras me besaba y su lengua se revolvía en mi boca con la mía. “Sube a mi cama, desnúdate y ponte lo que hay en ella. Subo en cinco minutos”. Siempre obediente, subí ya con la concha mojada. Me desnudé, me subí a la cama…y me puse su regalo: un collar de perra que decía Etel. Me sentía confundida…debí haberme sentido humillada, vejada, pero en cambio, me calentaba. Llegó mi tío en cinco minutos, desnudo y con la verga parada. Se me acercó. Yo estaba de rodillas en su cama. Tomó la correa y la tironeó, llevándome hacia la orilla. Ahí me besó y comenzó a manosearme. Me susurraba al oído cosas como: “eres mi perra, eres mi puta, no te olvides que eres mi juguete, mi cosa de pajas”, y eso me calentaba y hacía que me mojara entera. De un solo tirón me tumbó de espalda, se puso entre mis piernas y comenzó a lamer los labios de mi concha, cosa que nunca había hecho antes. Yo no veía, ni oía, ni olía ni sentía nada más que la lengua de mi tío empujando mi clítoris y abriendo mis labios. Estuvo en eso cerca de 15 minutos…y me había hecho acabar ya tres veces. Se tendió sobre mí y comenzó a recorrer los labios de mi conchita con la punta de sus dedos. Llegaban a mi clítoris y bajaban muy, pero muy lentamente hasta llegar a mi culito, que ya estaba completamente mojado entre la saliva de mi hombre y mis jugos. Me abrió de piernas y se posó sobre mí, frotaba su verga dura y venosa entre los labios de mi conchita cerrada, pero con ganas de ser abierta. “Sabes que si te la meto te va a doler y que definitivamente vas a ser una mujer…MÍ mujer”, dijo con voz seria. “Siempre he sido tuya, tío. Desde que recuerdo, siempre me has gustado; y lo sabes”.
Comenzó, entonces a metérmela con mucha suavidad. Sentía esa cabeza que me había atragantado con su leche en muchas ocasiones en medio de mis labios, pero esta vez entrando, lentamente, despacio. Sentía cada milímetro de esa verga entrar. Sentí un poco de dolor cuando su verga estuvo un poco más adentro, pero el placer era más fuerte y sólo podía quejarme y babear. No me sentí sangrar, sólo sentía que mi conchita estaba siendo estirada a todo lo que daba, pero no quería que me sacara la verga. Entonces, sentí sus bolas pegadas a mí; y supe que la había metido entera. Se me ahogó un grito de placer en la garganta; y , tomándome de la cintura, mi tío, el cerdo degenerado de mi tío que estaba desvirgando a su sobrina de 16 años y que se había pajado oliendo sus calzones y la había iniciado en la masturbación masculina, la felación y el consumo de semen, comenzó a sacarla y ponerla, primero muy suavemente, muy lentamente, casi como por media hora, pero luego de que se dio cuenta de que mi conchita ya se había acostumbrado al movimiento, me giró y me dejó en 4 patas, como su perra; y comenzó a darme con más violencia, comencé a gritar de puro caliente, él me daba de nalgadas y empujaba muy fuerte. Me agarraba de las tetas y me decía: “Eres una cerda, eres una mujerzuela sucia eres una puta conchetumadre, maraca traga leche…” A esas alturas, había tenido muchos orgasmos, no sé cuántos; y aprendí lo que era ser multiorgásmica…lo que me ha traído mucho placer en la vida. Us bolas golpeaban con mucha fuerza. De repente sacó su pichula de mi concha y sentí que me desmoronaba, porque la necesitaba dentro de mí. Me tironeó la correa y me llevó al baño. Ahí, se limpió los casi 20 con 4 cms. de verga que tenían, efectivamente un poco de sangre, me metió en la ducha, y se pajeó en mi cara, oliendo, naturalmente mis calzones. Me miraba mientras lo hacía. Creo que en ese momento no pensó que yo fuera a ser tan fácil y tan sumisa, y eso, se podía ver que lo calentaba. En un grito de macho, dejó que su semen fuera expulsado en mi cara…y fue mucho, tanto, que no sólo me dio en la cara, también quedó para mis tetas (que en ese tiempo ya eran grandes. Imaginen: 16 años, 1,63 cms. piernas largas producto de practicar patinaje y un par de tetas redonditas sobre una cinturita delicada y fina). Fueron 6 descargas de semen que no me dejó comer. Entonces se paró agachó y me dijo: “¿Quieres que continuemos con esto? Porque yo siempre voy a querer más de ti, voy a querer que hagas y hagamos cosas sucias y pervertidas juntos, quiero que me obedezcas en todo lo que se relacione a tener sexo” “Si”, fue lo único que pude decir; ¿qué más se le puede decir al hombre que más placer te ha dado en tu corta vida? Entonces se paró, me dejó de rodillas en la ducha, se agarró la verga con una mano y con la otra me sujetó de la cabeza: Mi primera lluvia dorada. Mi tío estaba meando a su perra por primera vez. Sentía su orina cayendo en mi cara y deslizándose por mi cuello, tetas, vientre y concha. Abrí la boca para beberla…él no se lo esperaba; y me meó directamente dentro, se paseaba por mis tetas, pero volvía a mi boca; y cuando terminó, me lo metió en la boca y se lo chupé como su mujer. Yo imaginaba que mi tía ya había chupado esa verga antes, que ya la había tenido en la concha, pero me daba igual, él me buscaba a mí; a una mujer joven, fina, delicada…y puta por naturaleza. Se la chupé, lo pajeé y de premio me tomé toda la leche que pude.
Nos duchamos y nos fuimos a la cama. Me dio un a caja de pastillas anticonceptivas para que las tomara y así él podría acabar dentro de mí las próximas veces. Me pidió que, si tenía novio, que usara preservativos con él, que no quería arriesgarse a nada. Le dije que era el único, que sabía que no estaba enamorada, pero que era el único hombre con el que quería culear, si, CULEAR, no hacer el amor. Sacó unas revistas porno alemanas y comenzamos a verlas juntos (era 1979, no teníamos vhs aún), a calentarnos juntos y terminamos tirando otra vez. Nos dormimos después de un rico café a las 4:30 AM, despertamos cerca de medio día. Se la chupé antes de levantarme. Preparé el almuerzo y seguimos en la cama. Mi tía llamó para saber cómo estaban las cosas. Mi tío tenía su verga en mi boca mientras hablaba con ella y le decía que todo estaba bien y que yo había pasado temprano a avisar que me iba al colegio a la academia de danza y que íbamos a almorzar juntos e ir al cine en la tarde…y cuando oía esto, me metía su verga más adentro de mi garganta, me calentaba saber que mi tía estaba al teléfono y la verga de su marido en mi boca. No necesito decirles que ése fin de semana fue maravilloso…lo pasé con un hombre con una capacidad de recuperación increíble y con una verga deliciosa. Pero hay más…adivinen quién me introdujo al sexo bisexual…se los contaré pronto.
Besos a tod@s.