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Nancy cómo te Quiero

Nancy cómo te Quiero

ES UNA MAMÁ NALGONA



Hola, amigos, voy a contaros la historia que tengo con mi mamá. Se llama Jocelyn, tiene 40 años y vivimos juntos en un pequeño departamento a las afueras de Bogotá.

Mi mamá se separó de mi padre que muchas noches venia borracho a casa después de salir con sus amigotes. Aunque venia así de perjudicado, la maltrataba y a veces la violaba cuando ella no quería hacerlo.

Pese al miedo que le daba, finalmente se divorció de él. Tiempo después nos enteramos por unos amigos de mi madre, que le habían metido en la cárcel cuando llevaba una bolsa de coca para unos traficantes para los que trabajaba.

Al dejar la casa en la que vivíamos nos mudamos a este departamento.

Es una casa pequeña, pero muy decente. Tiene aseo, dos habitaciones y una cocina donde mi madre prepara unos platillos muy ricos.

Ella no es demasiado alta, medirá como 1,60, piel morena, tiene el pelo corto, ojos marrones, pechos normales, con pezones grandes que destacan cuando se pone camisetas en verano. Pero lo más hermoso son sus nalgas como el título de este relato. Son grandes y redondas, bien redondas. Me encanta verla cuando lleva pantalones cortos cuando hace calor. Cuando empieza a sudar su cuerpo se moja y entonces suele tirarse de las bragas para sacárselas del culo y eso me pone a cien.

Yo tengo 18 años. Me llamo Sebastián. Soy moreno, ojos marrones también. Un poco más alto que ella, mido 1,65. Soy muy atractivo. Me cuido bastante y tengo un cuerpo fibrado.

Mi madre trabaja como secretaria en una empresa de construcción en Bogotá. Todos los días debe tomar el autobús para ir a su trabajo.

Cuando va en el, se da cuenta de que los hombres le miran el trasero. Su culo les vuelve locos. Como no la obligan a llevar traje en la empresa, suele ir con una blusa y vaqueros que marcan sus espectaculares nalgas.

Los hombres que la miran en el bus seguro que cuando por la noche se follan a sus mujeres o novias piensan en el culo de mi madre mientras están zumbándose a sus parejas.

Mi mamá me contó una vez que cuando iba en el bus, los lunes y martes es cuando más lleno va, y tiene que ir de pie, que a veces se le acercan hombres y al ir tan apretados aprovechan para rozar su paquete contra el culo de ella.

Una vez un tipo se sacó la verga en el autobús y nadie dijo o no quiso decir nada, mientras el hombre la puso sobre sus vaqueros en la parte de la raja de su culo y comenzó a masturbarse sobre ella. Mi mamá se agarró fuerte a la barra e intentó encogerse para que no pudiera hacerlo, pero no le sirvió de nada.

Cuando el bus se detuvo, el hombre volvió a meterse la verga en el pantalón y escuchó como le dijo: Eres un pedazo de hembra, la próxima vez te follaré el culo de verdad. Y diciéndole esto se bajó del bus y se perdió entre la multitud.

Jocelyn suele llegar a las 8 de la mañana a la oficina. Ese día preparó su mesa y esperó a que Don José Ortega, que es el dueño de la empresa la llamara para alguna tarea.

De vez en cuando la llamaba a su oficina a eso del mediodía. Ella ya sabía que es lo quería Don José y no era nada del trabajo.

Cuando empezó a trabajar en la empresa, Don José se quedó enamorado del culo de mi mamá. Anduvo detrás de ella un tiempo, hasta que un día la amenazó con despedirla si no hacia lo que él quería. Evidentemente quería lo que todos los hombres. Follársela. Así que cuando desde hace meses la llamaba al mediodía ella obedecía porque necesitaba el trabajo para mantenernos a los dos.

-Cierre la puerta y eche las cortinas. -le pidió Don José como cada semana.

Mamá obedeció. Cerró la puerta, echó el pestillo y corrió las cortinas de su despacho para que nadie viera nada. No se olvidó de desconectar el teléfono para que no les ****** ninguna llamada.

-Venga a este lado. -le pidió él. Ella se puso a ese lado de la mesa. Dese la vuelta y apoye los brazos sobre la mesa. -continuó diciéndole-. Así está bien. Ahora bájese los pantalones y las bragas. Mamá obedeció y hizo lo que le dijo. Se inclinó sobre la mesa con el culo en pompa y apoyando los brazos.

Él se acercó por detrás y empezó a rozar su polla contra su culo como los tíos del autobús. Está así un rato. Aunque tiene 60 años todavía se le pone bien dura sin ayuda de viagra.

Cuando estuvo a punto, se bajó los pantalones y los calzoncillos mecánicamente, como si fuera un acto automático. Se mojó dos dedos con la boca y los metió en el coño de mamá. Ella dio un respingo. De tantas veces que lo han hecho ha terminado disfrutando un poco. Don José enfundó su polla venosa y dura, muy dura, en un condón que previamente ha sacado del cajón de su despacho y sin más preámbulos, cree que con mojar sus dedos en su coño es suficiente, la penetró con ganas. Mamá se movió hacia adelante cuando la tuvo dentro. Sus pechos no llegaron a dar con la mesa por poco.

Entonces él comenzó a bombear como cada semana dentro de ella. Se la folla con ganas, con ansia de sesentón. Está casado con una mujer delgada, sin curvas que seguro que no le proporciona el placer que le da mi mamá. Es más, estoy seguro de que hace mucho que no folla con su mujer.

Las nalgas de mi mamá se movían acompasadas y sudorosas con cada embestida de él. El espectáculo es abrumador. Luego las agarró de cada lado y las apretó con fuerza mientras miraba como cada vez se mojaban más por el sudor.

Los envites fueron creciendo y la respiración de él se hizo más rápida, sin poder gemir para que nadie supiera que estaba pasando realmente dentro de su despacho.

Mi mamá sintió palpitar su coño. No es lo que esperaría de un polvo así, pero a fin de cuentas se siente bien con la follada de su jefe. Apretó los músculos de su vagina porque la última vez no se corrió y como él no dura demasiado, no quiere irse de vacío de nuevo.

Mientras seguían follando, bueno realmente es su jefe el que se la folla, ella solo está ahí sin hacer nada, solo sintiendo los envites, piensa en que hará de comer para cuando vuelva a casa.

Don José flexionó la espalda hacia atrás y se corrió con un gemido ahogado que impulsó aún más a mi mamá contra la mesa y casi la mueve unos centímetros. No ha sido para ella un orgasmo explosivo, pero si ha sentido más que la última vez.

Él se salió de ella y obediente, mi mamá le quitó el preservativo como todas las veces. Se quedó mirando el semen que llenaba el deposito mientras Don José terminaba de vestirse.

Tiró el condón a una bolsa de basura que luego se llevaría del despacho para que la señora de la limpieza no descubriera la prueba de lo que acababan de hacer.

Mi mamá se limpió el chocho con papel higiénico que ya tenía preparado de antes y lo arrojó a la bolsa de basura junto con el condón.

Mientras se arreglaba la corbata, él le preguntó.

-¿Está usted casada o soltera, Jocelyn?

-No señor. Estoy divorciada. Mi marido era un hombre malo.

-Entiendo. ¿Tiene hijos?

-Un chico. Vivo con él.

-Una mujer como usted necesita follar más a menudo. -le dijo.

-Pero ya lo hago con usted.

-Si, pero necesita hacerlo más. Folle con su hijo.

Ella se echó las manos a la cabeza mentalmente. Tampoco podía decirle lo que pensaba a su jefe.

Recogió la bolsa de basura y se dispuso a salir sin decir nada.

-Piense en lo que le he dicho. -volvió a decirle su jefe. ¿Qué años tiene su hijo?

-18. -contestó ella.

-Es perfecto entonces. Tómese el resto del día libre. El ******* no es tan malo como cree.

Salió del edificio dándole vueltas a la cabeza a lo que acaba de decirle su jefe. Tiró la bolsa de basura en un cubo que había a un lado de la calle y cogió el primer autobús que pasaba. A esa hora apenas viajaba gente.

Hizo otro transbordo y finalmente llegó a casa. Le pregunté a mamá porque hoy llegaba antes y me contó que su jefe le había dado el resto del día libre. Dijo que hoy había trabajado mucho. Me dio dos besos y se fue al baño a darse una ducha.

Llegó el sábado, es el día en que mamá y yo hacemos la colada. En el patio del edificio hay dos lavadoras grandes, algo antiguas donde lavamos la ropa. Mi madre suele bajar en bikini a hacer la colada y más hoy con el calor que hace. Yo llevo una camiseta holgada y pantalones cortos.

De todas formas, la braga del bikini de mamá es un tanga que deja ver todo su culo sin dejar nada a la imaginación.

Cada vez que se agachaba a coger la ropa, vi más caras de vecinos, hombres, que miraban por la ventana. Imaginé que, tras la pared, casi todos ellos estarían meneándosela con la visión de las nalgas de mamá. Tengo que confesaros que yo alguna vez he caído en la tentación y me la he meneado pensando en ese gran culo que tiene.

Nos sentamos en dos sillas de tijera que hay en el patio mientras las lavadoras hacían su trabajo y mi madre aprovechó para ponerse más morena de lo que ya es.

Cuando terminaron de lavar, sacamos la ropa y la tendimos en el tendedero que hay justo enfrente. Me fijé en que ya solo quedaban dos hombres en las ventanas mirándonos.

Volvimos a casa, yo estaba algo cansado y me di una buena ducha. Al salir mamá estaba en el salón viendo una telenovela.

Me senté junto a ella y apoyé la cabeza en su hombro. Al poco me había quedado dormido.

Me acosté a eso de las 11. Daba vueltas en la cama. Aunque dormía desnudo, hacia mucho calor y me costaba dormirme. Entonces recordé la colada que hicimos y me empecé a tocar la polla. Me había excitado con la visión de las nalgas de mamá.

Mi polla estaba medio tiesa y empecé a meneármela, era una sensación increíble.

De repente vi una sombra en el umbral de la puerta. ¡Era mamá! Y estaba desnuda también.

-Dios, que susto me has dado mamá. -le dije intentando esconder mi erección.

-Tranquilo, no pasa nada. Es solo que el grifo de la cocina gotea y no me deja dormir. Desde tu habitación no se oye. ¿Puedo dormir contigo?

-Claro, claro. ¿Qué lado de la cama prefieres mamá? -le pregunté.

-Quédate donde estas. Me quedaré en el lado derecho.

Ella se tumbó del lado derecho. Yo me di la vuelta a la izquierda.

-Sigue con lo que estabas haciendo. -me dice. A mí también me apetece tocarme.

Me puse colorado, aunque no podía verme, notaba el rubor en mi cara. Mi mamá sabía perfectamente que estaba haciendo y quería que siguiera porque ella iba a hacer lo mismo.

De espaldas a ella seguí meneándomela mientras ella a centímetros de mí, había empezado a masturbarse.

Oía como sus dedos entraban y salían de su coño haciendo una especie de chapoteo.

Entonces me dio por preguntarle:

-Mamá, ¿Por qué no te compras un consolador?

-No es lo mismo hijo. Sentir una polla dentro es una sensación completamente diferente. -me dijo mientras seguía metiéndose los dedos. Tu padre me lo hacía siempre a pelo y sentirla así es lo mejor que nos pasa a las mujeres.

-Ah, de acuerdo. -le contesté sin parar de meneármela.

-¿Cómo vas? -me preguntó.

-Bien mamá. -le contesté-. Me da mucho gusto. Aaaaah.

-¿En qué piensas hijo? -volvió a preguntarme.

-No sé si debo decírtelo. -le contesté.

-Tienes confianza conmigo, -me dijo girándose hacia mí.

-Es, está bien, te lo diré. -dije con un hilo de voz-. Me costaba hablar del placer que estaba sintiendo. En tus nalgas. Pienso en tus nalgas moviéndose al agacharte al hacer la colada.

-Está bien hijo, es normal. -me contestó acelerando el mete y saca de sus dedos. Aaaah, que gusto siento hijo. Cuando tengas que descargar, hazlo, no pasa nada, tu mami está a tu lado. Me tocó la pierna con su mano libre, la izquierda, yo estaba a punto de correrme. Subió por la pierna hasta mi tripa y entonces yo eyaculé salpicando su mano y mi tripa.

-¡Aaaaaaah mamá! Me corroooooo. Mi mamá me miraba con ansia y entonces ella recordó lo que le había dicho Don José. “Folle con su hijo”. Pero una cosa era masturbarse al lado de él y otra muy distinta hacerlo con él. Follar con su hijo.

Al día siguiente, me desperté con el canto de los pájaros. Mi mamá preparaba el desayuno en la cocina. Le di los buenos días, pero no me atreví a recordarle lo que había pasado la noche anterior.

Después de desayunar, me dijo que haríamos la colada. Me extrañó porque no era sábado, pero me contó que teníamos mucha ropa sucia. Asentí y fui al baño a coger la ropa del cesto. Ella mientras tanto estaba en su habitación. La puerta estaba abierta y vi cómo se quitaba el vestido que llevaba y se quedaba desnuda. Solo la vi de espaldas, pero la visión de su espalda y el comienzo de sus nalgas fue suficiente para que tuviera que volver a la cocina y mojarme la cara con el grifo.

-Sebastián, ¿Dónde estás? -Oí como me llamaba.

-Estoy aquí. Ahora voy. -le dije rápidamente.

-¿Qué tal me queda? -me preguntó poniéndose la parte de arriba de un bikini que no había visto hasta ahora-. Seguía desnuda de cintura para abajo.

-Te queda perfecto. ¿Vas a bajar así a hacer la colada? -le pregunté.

-Claro, ¿te parece ***?

-No, siempre que no lleves un tanga como la otra vez, jajaja. -me reí.

Entonces se giró ofreciéndome una visión perfecta de su culo y se agachó un poco para coger la braga del bikini. Al ponerse así me sentí *** por un momento y giré la cara hacia el otro lado.

Ella no pareció enterarse de nada, porque entonces se puso de nuevo frente a mí y se puso la braga flexionando primero su pierna izquierda y luego la derecha y terminó subiéndosela, dejándome ver su coño depilado que solo conservaba una fina línea de pelo, como una modelo de Playboy que había visto una vez en la revista a escondidas cuando era más pequeño.

-Pues nada, vámonos. -dijo como si nada acabara de pasar.

Bajamos al patio y repetimos el proceso. Después de poner en marcha la lavadora, nos sentamos como era habitual. Al poco vi aparecer varios hombres en las ventanas.

Mientras ellos miraban, mi madre se quitó la parte superior del bikini quedándose en topless como si nadie la mirara.

-Mamá, ¿te gusta que te vean? -me salió sin más.

-No me disgusta, me dijo. Aunque esto lo hago por ti.

-¿Por mi? -le pregunté.

-¿Sabes que Don José me folla?

-¿Qué te folla? -no creí en un principio lo que me decía.

-Hace tiempo que lo hace. -siguió contando-. Cuando empecé a trabajar en la empresa, sabía que le atraía. Bueno, le atraía mi culo. Me amenazó con despedirme si me negaba. Estaba loco por mi culo. Siempre me lo hace agachada sobre su mesa. Aunque por el coño. Creo que todavía no se atreve a metérmela por el culo.

-¿Por qué me cuentas esto mamá? -No sabía dónde meterme-. Sentía que me encogía en la silla.

-Porque después de terminar de hacérmelo el otro día, me dijo que follara contigo. Me preguntó si estaba casada o qué, y si tenía hijos, y le dije que tenía uno de 18 años, tú tesoro. -Dijo cogiéndome de la cara.

-Ya mamá, pero… -me quedé sin palabras.

-Anoche me dio corte decírtelo, pero… quiero follar contigo hijo.

-Mamá, Jocelyn. -la llamé por su nombre-. Por Dios, eso es *******. Si, digo eso, pero anoche y muchas veces me he tocado pensando en ti. No, no es lo mismo. Hacerse una paja no es pecado si solo piensas en tu madre. -no sabía que decir y trataba de corregir mis palabras-. Follar es otra cosa. Voy a ir al infierno.

-¿Y porque me miras las tetas como si quisieras lanzarte a por ellas? -me preguntó sonriendo.

-Joder, porque eres una mujer, y a la vez eres mi madre. ¿Y sabes qué? A la mierda todo. Me levanté de la silla que casi se cayó y me fui a ella que estaba a solo dos palmos de mí. Me subí a su regazo y le comí la boca. Ella lo deseaba también. Anoche había sido la prueba de que no me daba vergüenza meneármela al lado de ella y que ella hiciera lo mismo que yo.

Estábamos como dos bestias en celo. Ella se levantó y seguimos besándonos mientras la apoyaba contra la lavadora que funcionaba. La otra parecía mirarnos con su ojo. Imaginé que los vecinos nos miraban desde arriba, pero me dio igual.

La bajé la braga del bikini y como pude le comí el coño, aunque no se me daba bien, nunca me había comido ninguno.

-Tranquilo cariño. -me dijo parando un momento. Terminemos de consumar el pecado en casa.

Me cogió de la mano y cogimos el ascensor de regreso al piso.

Una vez allí me llevó a su habitación. Terminó de desnudarse, habíamos subido el ascensor con ella en topless, y nos tumbamos en la cama.

-¿Prefieres arriba o abajo cariño? -me preguntó. Su pelo estaba revuelto y sudaba copiosamente.

-Arriba mamá. La primera vez al menos. No tengo ni idea de cómo hacerlo.

-Claro, tesoro. Luego ya tendrás experiencia. Espera un momento.

No sabía que iba a hacer.

Volvió con un condón extrafino de los que usaba con ella Don José.

-Se lo cogí del cajón sin que se diera cuenta, -me dijo picara-. La próxima vez tendremos que comprar para nosotros. Jejeje.

-Mamá, -le pregunté-. ¿Estás segura de esto?

-Claro tesoro. -Me dijo mirándome fijamente-. Estamos tú y yo solos. Mi familia está dispersa por toda Colombia y Ecuador. No nos tenemos más que los dos. Yo te amo y creo que tú igual a mí, ¿verdad?. Don José me dijo que el ******* no tiene nada de malo.

-Si, mamá. Te amo. Eres lo más importante en mi vida. -le contesté.

-Pues no se hable más. Estoy muy húmeda tesoro.

Diciendo esto me besó, me colocó el preservativo y luego poniéndose a horcajadas sobre mí, cogió mi pene y lo fue guiando hasta la entrada de su coño.

Fue clavándosela lentamente bajando despacio. Entró sin dificultad. Con el lubricante del preservativo y lo húmeda que estaba mi madre fue suficiente. Pensaba que no notaria demasiado con el condón, según me habían contado mis amigos cuando lo hicieron con sus parejas, pero fue muy satisfactorio.

Mi mamá se apoyó en mi pecho y comenzó a subir y bajar sobre mí. Era increíble tenerla ahí para mí solo y dándome todo su amor y su placer.

Siguió subiendo y bajando un poco más hasta que entonces paró y se salió de mí. Pensé que se había corrido, pero no había dado señales de ello. Al poco lo entendí.

Se colocó de espaldas a mí y volvió a clavársela. Quería que tuviera la visión de sus nalgas mientras me poseía.

-Mamá, que gusto por dios. Sigue así, -la animé-. No pares por favor, se siente tan rico.

-¿Te gusta tesoro como te lo hace mamá? -me preguntó.

-Si mamá, -le dije-. Jocelyn por favor, no pares nunca. Que placer me das, mamá te amo, eres lo más.

-Si tesoro, te quiero. Ahora por favor, aguanta un poco más. Tú mamá está a punto de correrse, se siente tan rico. Ah, por favor no pares. Ya me viene, ya llego. Me corro cariño, me corro. Sigue así, aguanta, aguanta. ¡Aaaaaaaaaaaaah!

La visión de las nalgas de mi madre subiendo y bajando y sudando era lo más. Mi polla soltó una pequeña corrida, pero aún no sentí el orgasmo.

Mientras mi madre terminaba de correrse, sus gemidos iban apagándose lentamente. Al poco se detuvo. Me miró echando la cabeza hacia atrás. Estaba preciosa. Entonces comprendió que yo todavía no había tenido mi orgasmo.

Se salió de mí y se tumbó sobre mí. Comenzó a subir y bajar. Nunca había visto esa forma de follar.

Así nos abrazamos mientras ella seguía haciéndomelo. Luego me contó que su clítoris estaba a punto de explotar nuevamente. Pero aún me quedaba un rato para disfrutar.

Para ser mi primera vez duré bastante. Como 15 minutos después de haber empezado, me corrí por primera vez dentro de una mujer, que además era mi madre. Lo que más quería en el mundo.

Estábamos agotados los dos. Tumbados en la cama boca arriba nos agarramos las manos.

-Mañana me tocará hacerlo con Don José hijo. -me dijo triste.

-Pero necesitamos el trabajo mamá. -le contesté. ¿No hay ninguna otra manera?

-Le diré que he empezado a follar contigo, -dijo girándose hacia mi-. A ver si así se compadece y dejamos de hacerlo.

-¿Tú crees?

-Eso espero tesoro. Ya no me desagrada hacerlo con él, pero no es lo mismo. -dijo-. Te quiero y lo eres todo para mí. Lo he comprendido desde que terminamos de hacerlo. -Me dio un beso en la frente-. Se levantó de la cama y me dijo que iba a ducharse. No me atreví a seguirla y ducharme con ella.

Solo me atreví a espiarla desde fuera mientras ella se enjabonaba la espalda y su gran culo.

Por la noche pusimos un trapo bajo el grifo de la cocina ya que me dijo que durmiera con ella y así hicimos.

Me abracé a ella y me dormí enseguida. Solo nos teníamos el uno al otro.

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Published by sonidero
6 months ago
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