Chic@ para todo
Mi nueva situación, era extraña, una criada en toda regla, al servicio de mi tía y madre, hacía las labores sobre todo en fines de semana, limpiaba, ponía lavadora, fregaba suelos, todo menos hacer la comida, jajaja, guisaba muy mal. Aquella situación me gustaba, estaba vestida de chica y me comportaba como chica, como me habían impuesto mis dos amas. Los días de labor, iba a la universidad, había cogido horario de mañana y así tenía las tardes libre para poder disfrutar de mi nuevo roll, cosa que porque no decirlo, me encantaba.
Mis amas, solían llegar a partir de las 4 de la tarde, mi madre llegaba antes y mi tía solía llegar sobre las 8 de la tarde, tiempo suficiente para poder ordenar un poco la casa y estar preparada para lo que sus ordenes me dijesen.
Nada más llegar, siempre sobre la 1 de la tarde, me cambiaba de ropa rápidamente, me quitaba esos pantalones que me aprisionaban mis piernas, esas camisas de mal glamur, y me apresuraba a ponerme mi uniforme de casa, algunas veces, solía irme con tanga o braga debajo, me encantaba sentir el tacto en mi polla al andar, así como el hilo del tanga en mi culo, era glamuroso y sensual. En invierno me llevaba incluso pantimedias en vez de calcetines, cuando lo hacía aquello era total, glamuroso, y placentero para toda la mañana.
Un día, llegó mi madre como siempre, pero esta vez un poco acelerada así que la pregunté:
- Que te pasa madre?
- Uff me dijo, vaya desastre, me ha venido la regla y no llevaba compresas para ponerme, tengo la braga completamente manchada menos mal que no llevaba pantalones que sino, no se si habré manchado la falda me dijo, mira a ver.
- no madre, aquí no se ve nada sucio, respondí.
- ufff menos mal, anda quítame la falda con cuidado y vamos al baño.
Eso hice, la desabroche la cremallera, la quite el corchete de la cinturilla y deslice la falda agarrada con mis manos, para que no tocara su braga completamente manchada como fui observando.
Nos fuimos al baño y allí se quito el jersey que llevaba, y me dijo:
- desabróchame el corsé y quítamelo, yo accedí rápidamente, le desabroche el corchete, se lo deslice hacía adelante mientras ella estiraba los brazos para quitárselo totalmente, y lo deje en el cubo de ropa sucia.
Esperando poder irme ya para dejarla sola para que se limpiara sus intimidades, lejos de eso me soltó:
-No esperaras que me limpie yo, teniéndote a mi servicio verdad?, te dije que eres mi niñita criada y sino quieres que la verdad lo sepa todo el mundo harás lo que te diga, de acuerdo.
- Si madre, solo pensaba que querías estar sola, solo eso.
- Pues ya ves que no me respondió, quiero que me cambies y limpies, faltaría más.
Yo como ya os dije en historias anteriores, sede muy niño, había visto cambiarse las compresas y tampones, tanto a mi madre como a mi tía, las había visto limpiarse, e incluso estando juntas en el baño, hacer sus necesidades sin importarlas que hubiera gente viéndolas, así que yo casí siempre estaba mirando, ya desde pequeño me gustaba el morbo de la mujer y su regla, eso si, sin saber en que consistía aquella salida de sangre, que con el tiempo aprendí.
Entonces me puse de rodillas ante las rodillas de mi madre, cogí con mis dos manos la cinturilla de su braga y empecé a deslizarla hacía abajo. Cuando llegó a sus pies, levantó uno y se la saque, después el otro pie, y pude quitársela entera.
- Bueno, ahora límpialo, me dijo.
Fui a coger una esponja para mojarla en agua y me agarró diciendo:
- donde vas, límpiamelo con la boca, cerda!
Me quedé helada, nunca había chupado un coño es ese estado de suciedad, madre mía, me daba asco aquel olor y esa sangre entre fresca y seca que remanaba por el.
- Ya no lo repito más, harás todo lo que yo te ordene y sin rechistar de acuerdo?
Me quedé pensativo un momento, valía la pena hacer esas cosas porque la gente se enterara que era un maricón o de verdad me gustaba aquella situación que además de ser maricón me encantaba estar al servicio de dos mujeres, que me harían guarrerías al extremo.
No tardé mucho en decidirme, si, me gustaba aquello, me encantaba que me dominaran, trataran como una puta esclava, porque me identificaba con lo que era, al fin sabía lo que me gustaba ser una sumisa, ser utilizada y usada era lo que más deseaba en el mundo y al final lo iba a ser.
Me deslice rápidamente a sus rodillas y empecé a lamerle con mi mojada lengua los labios manchados de sangre de su coño, poco a poco fui limpiando cada rescollo de sangre que sobresalía e introduciendo mi lengua y boca más y más en su coño, el olor fue poco a poco desapareciendo y mi boca iba poco a poco saboreando aquellos fluidos amargos que se desprendían de sus labios, me gustaba, cada vez mi lengua penetraba y limpiaba con más fuerza aquella roja y carnosa flor. Mi madre se arqueaba cada vez más, yo mirándola a la cara observé como se mordía los labios, como se tocaba los pezones mientras empezaba a mover las caderas, mas y más lujuriosas.
Yo sabía que se estaba corriendo, le gustaba lo que yo la hacía y estaba disfrutando del momento, cosa que yo agradecí, me gustaba que pudiera disfrutar de su momento, era el mejor regalo que yo la podía hacer por todos sus sacrificios conmigo, no me importaba que fuera su criada al contrario, me encantaba que pudiera disfrutar de mi y yo se lo iba a proporcionar.
Seguí y seguí chupándoselo, la chupaba hasta las ingles todo el monte lleno de vello, mi lengua recorría toda aquella zona sin dejar un milímetro, empezó a gemir, sus manos se pellizcaban los pezones, y la otra apretaba mi cara contra su coño, fuerte, má y más duro, para que yo penetrara más y más en su ya limpia cueva pero que ahora rezumaba liquido de frenesí, su más grande corrida mezcla de orgasmo y regla que yo la estaba comiendo.
Así estuvimos un gran y precioso rato hasta que separó bruscamente mi cara de su flor y me dijo:
- Ya está bien, te has portado bien, ahora dúchame.
Nos fuimos a la ducha, encendí el agua caliente y empecé a mojarla con la alcachofa todo el cuerpo, veía como resbalaba el agua por tan precioso cuerpo, como deslizaba por su velludo pubis, mientras ella se enjabonaba, las tetas y el cuerpo.
- Ahora tu, me dijo, enjabóname bien la espalda.
Cogi el jabón y empecé a enjabonarla su hermosa espalda despacio, sintiendo cada centímetro de su piel, hasta llegar a su culo, donde metí mi mano, y empecé a limpiárselo, ella se arqueaba para que se lo hiciera mejor, veía que le gustaba así estuve un buen rato disfrutando de ese hermoso culo.
- Enjuagame venga, me dijo.
Cogí la alcachofa y la empecé a echar agua por encima, el jabón deslizaba por aquel hermoso cuerpo que yo estaba tocando y me encantaba.
- Ya vale, secamé.
Apague el agua y cogí la toalla empezando a secar aquel cuerpo, por delante por detras, la seque el coño, su culo, me deslice por las suaves piernas, hasta que me dijo:
- Ya eta bien dame la toalla que voy a vestirme, mientras limpia la bañera antes de que venga tu tía, ya.
Yo sin rechistar empecé a limpiar la bañera, tenía que estar impoluta, para la ducha de mi tía, que tenía la duda, iba a ser como esta, o más fuerte aún, pero eso será ........otra historia.
Mis amas, solían llegar a partir de las 4 de la tarde, mi madre llegaba antes y mi tía solía llegar sobre las 8 de la tarde, tiempo suficiente para poder ordenar un poco la casa y estar preparada para lo que sus ordenes me dijesen.
Nada más llegar, siempre sobre la 1 de la tarde, me cambiaba de ropa rápidamente, me quitaba esos pantalones que me aprisionaban mis piernas, esas camisas de mal glamur, y me apresuraba a ponerme mi uniforme de casa, algunas veces, solía irme con tanga o braga debajo, me encantaba sentir el tacto en mi polla al andar, así como el hilo del tanga en mi culo, era glamuroso y sensual. En invierno me llevaba incluso pantimedias en vez de calcetines, cuando lo hacía aquello era total, glamuroso, y placentero para toda la mañana.
Un día, llegó mi madre como siempre, pero esta vez un poco acelerada así que la pregunté:
- Que te pasa madre?
- Uff me dijo, vaya desastre, me ha venido la regla y no llevaba compresas para ponerme, tengo la braga completamente manchada menos mal que no llevaba pantalones que sino, no se si habré manchado la falda me dijo, mira a ver.
- no madre, aquí no se ve nada sucio, respondí.
- ufff menos mal, anda quítame la falda con cuidado y vamos al baño.
Eso hice, la desabroche la cremallera, la quite el corchete de la cinturilla y deslice la falda agarrada con mis manos, para que no tocara su braga completamente manchada como fui observando.
Nos fuimos al baño y allí se quito el jersey que llevaba, y me dijo:
- desabróchame el corsé y quítamelo, yo accedí rápidamente, le desabroche el corchete, se lo deslice hacía adelante mientras ella estiraba los brazos para quitárselo totalmente, y lo deje en el cubo de ropa sucia.
Esperando poder irme ya para dejarla sola para que se limpiara sus intimidades, lejos de eso me soltó:
-No esperaras que me limpie yo, teniéndote a mi servicio verdad?, te dije que eres mi niñita criada y sino quieres que la verdad lo sepa todo el mundo harás lo que te diga, de acuerdo.
- Si madre, solo pensaba que querías estar sola, solo eso.
- Pues ya ves que no me respondió, quiero que me cambies y limpies, faltaría más.
Yo como ya os dije en historias anteriores, sede muy niño, había visto cambiarse las compresas y tampones, tanto a mi madre como a mi tía, las había visto limpiarse, e incluso estando juntas en el baño, hacer sus necesidades sin importarlas que hubiera gente viéndolas, así que yo casí siempre estaba mirando, ya desde pequeño me gustaba el morbo de la mujer y su regla, eso si, sin saber en que consistía aquella salida de sangre, que con el tiempo aprendí.
Entonces me puse de rodillas ante las rodillas de mi madre, cogí con mis dos manos la cinturilla de su braga y empecé a deslizarla hacía abajo. Cuando llegó a sus pies, levantó uno y se la saque, después el otro pie, y pude quitársela entera.
- Bueno, ahora límpialo, me dijo.
Fui a coger una esponja para mojarla en agua y me agarró diciendo:
- donde vas, límpiamelo con la boca, cerda!
Me quedé helada, nunca había chupado un coño es ese estado de suciedad, madre mía, me daba asco aquel olor y esa sangre entre fresca y seca que remanaba por el.
- Ya no lo repito más, harás todo lo que yo te ordene y sin rechistar de acuerdo?
Me quedé pensativo un momento, valía la pena hacer esas cosas porque la gente se enterara que era un maricón o de verdad me gustaba aquella situación que además de ser maricón me encantaba estar al servicio de dos mujeres, que me harían guarrerías al extremo.
No tardé mucho en decidirme, si, me gustaba aquello, me encantaba que me dominaran, trataran como una puta esclava, porque me identificaba con lo que era, al fin sabía lo que me gustaba ser una sumisa, ser utilizada y usada era lo que más deseaba en el mundo y al final lo iba a ser.
Me deslice rápidamente a sus rodillas y empecé a lamerle con mi mojada lengua los labios manchados de sangre de su coño, poco a poco fui limpiando cada rescollo de sangre que sobresalía e introduciendo mi lengua y boca más y más en su coño, el olor fue poco a poco desapareciendo y mi boca iba poco a poco saboreando aquellos fluidos amargos que se desprendían de sus labios, me gustaba, cada vez mi lengua penetraba y limpiaba con más fuerza aquella roja y carnosa flor. Mi madre se arqueaba cada vez más, yo mirándola a la cara observé como se mordía los labios, como se tocaba los pezones mientras empezaba a mover las caderas, mas y más lujuriosas.
Yo sabía que se estaba corriendo, le gustaba lo que yo la hacía y estaba disfrutando del momento, cosa que yo agradecí, me gustaba que pudiera disfrutar de su momento, era el mejor regalo que yo la podía hacer por todos sus sacrificios conmigo, no me importaba que fuera su criada al contrario, me encantaba que pudiera disfrutar de mi y yo se lo iba a proporcionar.
Seguí y seguí chupándoselo, la chupaba hasta las ingles todo el monte lleno de vello, mi lengua recorría toda aquella zona sin dejar un milímetro, empezó a gemir, sus manos se pellizcaban los pezones, y la otra apretaba mi cara contra su coño, fuerte, má y más duro, para que yo penetrara más y más en su ya limpia cueva pero que ahora rezumaba liquido de frenesí, su más grande corrida mezcla de orgasmo y regla que yo la estaba comiendo.
Así estuvimos un gran y precioso rato hasta que separó bruscamente mi cara de su flor y me dijo:
- Ya está bien, te has portado bien, ahora dúchame.
Nos fuimos a la ducha, encendí el agua caliente y empecé a mojarla con la alcachofa todo el cuerpo, veía como resbalaba el agua por tan precioso cuerpo, como deslizaba por su velludo pubis, mientras ella se enjabonaba, las tetas y el cuerpo.
- Ahora tu, me dijo, enjabóname bien la espalda.
Cogi el jabón y empecé a enjabonarla su hermosa espalda despacio, sintiendo cada centímetro de su piel, hasta llegar a su culo, donde metí mi mano, y empecé a limpiárselo, ella se arqueaba para que se lo hiciera mejor, veía que le gustaba así estuve un buen rato disfrutando de ese hermoso culo.
- Enjuagame venga, me dijo.
Cogí la alcachofa y la empecé a echar agua por encima, el jabón deslizaba por aquel hermoso cuerpo que yo estaba tocando y me encantaba.
- Ya vale, secamé.
Apague el agua y cogí la toalla empezando a secar aquel cuerpo, por delante por detras, la seque el coño, su culo, me deslice por las suaves piernas, hasta que me dijo:
- Ya eta bien dame la toalla que voy a vestirme, mientras limpia la bañera antes de que venga tu tía, ya.
Yo sin rechistar empecé a limpiar la bañera, tenía que estar impoluta, para la ducha de mi tía, que tenía la duda, iba a ser como esta, o más fuerte aún, pero eso será ........otra historia.
2 years ago