Deseos irrefenables de un adolescente
Como os iba diciendo, esa liberación, ese deseo de sentir, de moverme, vestirme como una mujer, poco a poco, fué a más.
No veía el momento de llegar a casa, quitarme la ropa, y empezar a probar y probar cositas de mi madre, bragas, sujetadores,
combinaciones, camisones, todo eso era objeto de deseo de mi cuerpo.
Notar las sensaciones, el cálido tacto del tejido en mi piel, la suavidad del balanceo de los camisones, la doble piel en mis
piernas, con esos suaves pantis que me llegaban a la cintura, eso era un placer inimaginable.
El tiempo pasaba y ese placer poco a poco desaparecería, porque a pocos minutos mi madre y mi tía, ya estarían llegando, así
que siempre tenía que recoger rápido y dejar las cosas como estaban, para que no se dieran cuenta, y volver a ser un chico formal
como ellas seguian pensando que era.
Así pasaban los días, las semanas los meses, solo aprovechando al máximo los dias de peyas, que hacía en las fiestas del
colegio, donde me presentaba para hacer acto de presencía y volvía a casa loca de impaciencía por cambiarme de ropa.
Así pasaba casí todo el día, aprovechando al máximo la fiesta, que para mí, si que era celebración y al máximo, jijijiji.
Me vestía con sus tangas, me ponía, sujetadores, me acoplaba combinaciones y me ponía vestidos, uffffff, estaba como una
reina así de vestida.
Me miraba al espejo, recorría la casa contoneándome como una mujer, moviendo las caderas, como había visto desde niño
hacer a mi madre y tía, me sentaba estirando las faldas con mi mano, cruzaba las piernas inclinada, uffffff, era jijijiji, toda una
mujercita. Así estaba todo el día, mi pene, eso sí, endurecido y rezumoso, por esa sensación de libertad en mis partes, tanto en
el rozamiento de esas bragas de encaje como la libertad de entrada de aire bajo las faldas del vestido.
Cuando empezaba a rezumar, me ponia un papel de wc, para no manchar, no podía permitirme que se enteraran de que
me las ponía jejejjeje, y cuando tenia deseos de desahogarme que eran muchas veces, me la sacaba y me masturbaba, mirandome al
espejo. Me sentía como una verdadera mujercita, guapa y deseosa, pensaba no como un chico adolescente, sino como una chica,
deseosa de que un chico la besara y la viera con esa ropa preciosa femenina y la tratara como una chica de verdad.
Así pasó algún tiempo, mientras yo cada vez me sentia más femenina, mis gustos y deseos sexuales, no eran de pensar en
chicos, sino de sentirme más mujer, me gustaba vestir, y sentirme como ellas, era un chico con deseos de mujer.
Pasarón los meses, y mis medidas de seguridad, cada vez erán menos estrictas, y eso con el tiempo, sería mi perdición, o
quizas mi felicidad, mi ansiado deseo echo realidad, pero eso será ......otra historía.
No veía el momento de llegar a casa, quitarme la ropa, y empezar a probar y probar cositas de mi madre, bragas, sujetadores,
combinaciones, camisones, todo eso era objeto de deseo de mi cuerpo.
Notar las sensaciones, el cálido tacto del tejido en mi piel, la suavidad del balanceo de los camisones, la doble piel en mis
piernas, con esos suaves pantis que me llegaban a la cintura, eso era un placer inimaginable.
El tiempo pasaba y ese placer poco a poco desaparecería, porque a pocos minutos mi madre y mi tía, ya estarían llegando, así
que siempre tenía que recoger rápido y dejar las cosas como estaban, para que no se dieran cuenta, y volver a ser un chico formal
como ellas seguian pensando que era.
Así pasaban los días, las semanas los meses, solo aprovechando al máximo los dias de peyas, que hacía en las fiestas del
colegio, donde me presentaba para hacer acto de presencía y volvía a casa loca de impaciencía por cambiarme de ropa.
Así pasaba casí todo el día, aprovechando al máximo la fiesta, que para mí, si que era celebración y al máximo, jijijiji.
Me vestía con sus tangas, me ponía, sujetadores, me acoplaba combinaciones y me ponía vestidos, uffffff, estaba como una
reina así de vestida.
Me miraba al espejo, recorría la casa contoneándome como una mujer, moviendo las caderas, como había visto desde niño
hacer a mi madre y tía, me sentaba estirando las faldas con mi mano, cruzaba las piernas inclinada, uffffff, era jijijiji, toda una
mujercita. Así estaba todo el día, mi pene, eso sí, endurecido y rezumoso, por esa sensación de libertad en mis partes, tanto en
el rozamiento de esas bragas de encaje como la libertad de entrada de aire bajo las faldas del vestido.
Cuando empezaba a rezumar, me ponia un papel de wc, para no manchar, no podía permitirme que se enteraran de que
me las ponía jejejjeje, y cuando tenia deseos de desahogarme que eran muchas veces, me la sacaba y me masturbaba, mirandome al
espejo. Me sentía como una verdadera mujercita, guapa y deseosa, pensaba no como un chico adolescente, sino como una chica,
deseosa de que un chico la besara y la viera con esa ropa preciosa femenina y la tratara como una chica de verdad.
Así pasó algún tiempo, mientras yo cada vez me sentia más femenina, mis gustos y deseos sexuales, no eran de pensar en
chicos, sino de sentirme más mujer, me gustaba vestir, y sentirme como ellas, era un chico con deseos de mujer.
Pasarón los meses, y mis medidas de seguridad, cada vez erán menos estrictas, y eso con el tiempo, sería mi perdición, o
quizas mi felicidad, mi ansiado deseo echo realidad, pero eso será ......otra historía.
3 years ago