EL REPARTIDOR DE PIZZA
Ante todo decir que soy versátil. Me encanta cambiar de rol durante un encuentro.
Que todas hagamos lo que queramos en todo momento.
Cuando haces eso respetando y estando pendiente de que tu pareja disfrute es difícil no pasarlo rico.
Pero hacía tiempo que tenía en mente ser dominada por un repartidor de pizza que venía a casa.
Es mi tipo de chico ideal, guapo, educado, delicado sin tener pluma, depiladito, atlético sin ser muy musculitos, culazo y desde luego un bultazo que ya le había notado varias veces, sobre todo en verano cuando venía en shorts.
Alguna vez le había atendido en bikini con pareo y veía que sonreía y se fijaba bien. Y no era algo buscado, surgía así, estaba en la piscina de casa, llamaban a la puerta y salía a recibir el pedido, sin más.
Yo vivo desde jovencita en la isla, Ibiza, así que entiendo que mucha gente me conoce y doy por sentado que con toda seguridad sabe que vengo con sorpresa.
Por lo que me pareció ver en sus últimas visitas una actitud más lanzada y ligona que sinceramente me adulaba y encantaba y le imaginaba morbosito, bisexual y muy activo.
Todo eso en mi cabeza como podéis imaginar iba formando una idea que me ponía cada vez más perrita y traviesa.
Así que un buen día que trajo una pizza le pregunté por su horario como si tal cosa, y en cuanto me dijo que a las 15h entregaba el último pedido de su turno, le pregunté si no le gustaría un día venir y quedarse luego en la piscina.
Le vi sonrojarse pero aguantando el papel de machito, haciéndose el interesante me dijo que vale, que ya vería, que dependía de si tuviese cosas que hacer y bla bla bla.
Eso en mi experiencia de cazadora en la sabana era un sí rotundo como una catedral de grande.
Total que al cabo de unos días, una mañana de mucho calor, hice mi pedido para que me fuese entregado a las 15h, calculando que ya no tendría que volver hasta el nuevo turno. Siempre venía él, así que eso en principio estaba controlado.
Sonó el timbre y yo le fui a abrir la puerta con un pareo puesto como vestido corto, sin bra y con tanguita, en unas sandalias de tacón ideales.
El pareo era oscuro pero transparente por lo que mi cuerpo y mis pechos sobre todo se podían ver fijándose bien y sobre todo a trasluz, cosa que ya me aseguré dejando abierta la parte de detrás que va a la terraza por la que entraba todo el solano.
A diferencia de siempre que le atendía en la puerta le dije que pasase a la mesa del salón. En él hay una cristalera enorme que da directamente a la piscina por lo que la vista era el mejor cebo posible.
Me había adelantado y notaba sus ojos clavados en mi culo en tanga debidamente exhibido bajo el pareo desde la puerta al salón.
Al ver la piscina los ojos se le abrieron por completo. Le dije si quería quedarse a pegarse un baño. Y medio titubeando soltó un "vale".
Pasamos a la piscina, puse la pizza abierta en una mesita y le pregunté qué quería tomar. Una cerveza me dijo, así que le traje una de la nevera con una copa helada.
Él iba en bermudas y se quedó de pie como dudando. Le dije que se bañara como quisiera y acto seguido me quité el pareo y me quedé desnuda, en tanga y sandalias, ante su boquiabierta expresión.
Me descalcé, me metí en el agua y le esperé de pie, observando sonriendo.
Se quitó el polo, las zapatillas y los bermudas quedándose en un slip chiquito que dejaba ver un bulto terrible que evidentemente captó mi atención.
Acto seguido se tiró al agua y se acercó sonriendo. Claramente ya se le había pasado el susto.
Y vi como poco a poco tomaba el mando, cosa que quería con todas mis ganas.
Cruzamos un par de comentarios y ya envalentonado reaccionó.
Se pegó a mi y descarado tomó mi cuello en su mano, me acercó la cara y me empezó a comer la boca en un beso duro, intenso, donde la lengua casi apareció de primeras invadiendo mi boca, buscando la mía.
Más pegados yo le puse las manos en la espalda y él con la otra me apretó el culo, como si comprobase la dureza de mis nalgas.
A esas alturas yo había sentido crecer debajo tanto su pene como el mío, así que entendí que él también lo habría notado pues se apretaba más y empezaba a frotarse con firmeza.
Entonces en un gesto rápido, se subió al borde de la piscina, donde estábamos abrazados, se quitó el slip piernas abajo y dejó que surgiera de la nada un pollón enorme, a medio empalmar, depilado, venoso, morenito (tomaba sol desnudo, estaba claro).
Supe qué hacer sin que me dijeran nada, avancé medio metro, apoyé mis brazos en sus piernas que estaban colgando del borde con los pies dentro del agua. Yo en medio de sus muslos. Y mirándole a los ojos le agarré ese pollón y empecé a chuparlo despacio, saboreando cada centímetro, lamiendo ese tronco magnífico y notando crecer su dureza dentro de mi boca.
Uff realmente era enorme, 25cm me dijo después. Siento debilidad por las gigantes y esa era de las mejores de ese verano, qué barbaridad. Se puso dura como un mástil, gordísima, con las venas como cordones y una cabeza brillante perfecta, como un casco pulido listo para embestir.
Le alternaba chupadas, lamidas, besos, succiones y sobre todo algo que me fascina, las bolas dentro de mi boca apretándolas con los labios succionando duro como queriendo tragarlas.
Le iba mirando a los ojos con frecuencia para ver su cara de goce y triunfo, convencido de que su plan había salido a la perfección. Jiji, si supiera...
Estaba disfrutando esa mamada cuando se levantó, me ofreció la mano y con un gesto hábil me sacó del agua.
Yo iba en tanga pero mi pene asomaba duro por encima. Me había puesto caliente como una perra.
Me miró y sonrió, me llevaba de la mano hacia las tumbonas. Entonces me desabrocha el nudo lateral de la tanguita, me lo deja caer, y me tumba en la hamaca, como en cuatro, haciéndome que le ofreciese el culo.
Yo cada vez más caliente, era mi fantasía, seducirlo para que me dominase y me follase como a su putita.
Se puso detrás, arrodillado, me apretó las nalgas, un par de manotazos, plas, plas, uff, un gemido por mi parte, y separa las nalgas con las manos.
Hunde su cara con la lengua en avanzadilla y me empieza a hacer el ano con una energía bestial, como tratando de hacerlo más grande con la lengua, de hundirla del todo dentro. Besando, chupando, mordiendo, su lengua como un micro pene taladrándome.
Y al tiempo me toma la verga y me la baja por detrás y empieza a masturbarla. Luego me dijo que claro que sabía pero no se podía imaginar el rabo que tenía. 23cm duros como piedra por culpa de ese pizzero cabrón.
La saca por debajo del culo, y empieza a alternar mamármela con seguir haciéndome el ano. Ufff la excitación de ese momento era total.
Estaba claro que no era la primera polla que se comía el hombretón. Tenía muy claro qué hacer en todo momento.
Yo miraba de reojo para ver lo que pudiese cuando no enterraba mi cabeza en la tumbona. Cada vez más cachonda, más dilatada, más lubricada. Con mi precum ya brotando sin freno.
Gimiendo, jadeando, presa de aquella boca que literalmente me estaba follando con su lengua.
Se levanta mmmmm, recuerdo que cada cambio que hacía me producía un nervioso calentón tratando de adivinar qué iba a venir.
Y se coloca detrás. Noté claramente su cabezón ardiendo apoyarse en mi hoyito dilatado, lo sentía duro, grandioso. Una mano en mi nalga apretando fuerte, la otra en su pollón. Y de pronto ahhhhh la mete de golpe, no bruscamente, pero si hasta el final en un solo gesto como avanzando firme, sabiendo que iba a encajar toda. Y efectivamente, mi culo tragó todo aquel ariete con una voracidad increíble, mmmmm. Qué ganas tenía de una así.
Le oía gemir sin disimulo, de repente le oía cosas tipo "uff vaya puta", "menudo culazo" "te lo voy a romper cerda".
Vamos lo típico que te lo dicen en frío por la calle y le pegas un sopapo que lo dejas dando vueltas que no sé por qué extraña razón cuando lo oímos mientras nos están reventando nos parece poesía pura.
Ya me ves a mí muerta de gusto, durísima. Cuando me dan así de duro y me excito tanto se me pone impresionante.
Y el pizzero dando rienda suelta a sus riñones, bombeando, dejándome el trasero como la bandera de Japón, mmmmm, qué delicia.
Noto que se mueve más rápido, más duro, mmmm, ya viene pensé. Y allí estaba, un alarido tremendo y me inunda un calor por dentro maravilloso mientras empuja con más fuerza como queriendo soltar todo en cada embestida.
Ay madre mía, qué corridón. Notaba como si me hubiese llenado con litros de lechita tibia. Qué sensación.
Él se desploma en mi espalda, con el rabo todo dentro, dándome sus últimos espasmos y besándome los hombros.
Recuerdo que pensé, no puede ser tan perfecto, ahora va a ser dulce?.
Entonces me tumbé, dejé caer el peso de mis rodillas que estaban temblando hace ratito. Nos pusimos de cucharita, él detrás, sin despegarnos.
Y experta ya en momentos así le tomé la mano antes de que se quedara dormido y se la llevé a mi vergota dura. Y sin decirle nada se la solté. Mmmmm niño aplicado, comenzó a pajearme con fuerza y ritmo mientras me besaba el cuello. Lo cierto es que no duré nada porque no confiaba en su aguante y sobre todo porque estaba demasiado caliente como para retrasar mi orgasmazo.
Y así apretando el culo hacia atrás para notar su polla apoyada en mi, reposando muertita, deslechadita pero aun así bestialmente grande, solté unos chorros de semen divino que me dejaron totalmente satisfecha ahora sí, con la pizzería del barrio.
Mmmmm se quedó toda la tarde y al cabo de un rato ...
Bueno eso ya otro día. Solo un consejo cariños. Comercios de proximidad, son lo mejor de lo mejor.
Que todas hagamos lo que queramos en todo momento.
Cuando haces eso respetando y estando pendiente de que tu pareja disfrute es difícil no pasarlo rico.
Pero hacía tiempo que tenía en mente ser dominada por un repartidor de pizza que venía a casa.
Es mi tipo de chico ideal, guapo, educado, delicado sin tener pluma, depiladito, atlético sin ser muy musculitos, culazo y desde luego un bultazo que ya le había notado varias veces, sobre todo en verano cuando venía en shorts.
Alguna vez le había atendido en bikini con pareo y veía que sonreía y se fijaba bien. Y no era algo buscado, surgía así, estaba en la piscina de casa, llamaban a la puerta y salía a recibir el pedido, sin más.
Yo vivo desde jovencita en la isla, Ibiza, así que entiendo que mucha gente me conoce y doy por sentado que con toda seguridad sabe que vengo con sorpresa.
Por lo que me pareció ver en sus últimas visitas una actitud más lanzada y ligona que sinceramente me adulaba y encantaba y le imaginaba morbosito, bisexual y muy activo.
Todo eso en mi cabeza como podéis imaginar iba formando una idea que me ponía cada vez más perrita y traviesa.
Así que un buen día que trajo una pizza le pregunté por su horario como si tal cosa, y en cuanto me dijo que a las 15h entregaba el último pedido de su turno, le pregunté si no le gustaría un día venir y quedarse luego en la piscina.
Le vi sonrojarse pero aguantando el papel de machito, haciéndose el interesante me dijo que vale, que ya vería, que dependía de si tuviese cosas que hacer y bla bla bla.
Eso en mi experiencia de cazadora en la sabana era un sí rotundo como una catedral de grande.
Total que al cabo de unos días, una mañana de mucho calor, hice mi pedido para que me fuese entregado a las 15h, calculando que ya no tendría que volver hasta el nuevo turno. Siempre venía él, así que eso en principio estaba controlado.
Sonó el timbre y yo le fui a abrir la puerta con un pareo puesto como vestido corto, sin bra y con tanguita, en unas sandalias de tacón ideales.
El pareo era oscuro pero transparente por lo que mi cuerpo y mis pechos sobre todo se podían ver fijándose bien y sobre todo a trasluz, cosa que ya me aseguré dejando abierta la parte de detrás que va a la terraza por la que entraba todo el solano.
A diferencia de siempre que le atendía en la puerta le dije que pasase a la mesa del salón. En él hay una cristalera enorme que da directamente a la piscina por lo que la vista era el mejor cebo posible.
Me había adelantado y notaba sus ojos clavados en mi culo en tanga debidamente exhibido bajo el pareo desde la puerta al salón.
Al ver la piscina los ojos se le abrieron por completo. Le dije si quería quedarse a pegarse un baño. Y medio titubeando soltó un "vale".
Pasamos a la piscina, puse la pizza abierta en una mesita y le pregunté qué quería tomar. Una cerveza me dijo, así que le traje una de la nevera con una copa helada.
Él iba en bermudas y se quedó de pie como dudando. Le dije que se bañara como quisiera y acto seguido me quité el pareo y me quedé desnuda, en tanga y sandalias, ante su boquiabierta expresión.
Me descalcé, me metí en el agua y le esperé de pie, observando sonriendo.
Se quitó el polo, las zapatillas y los bermudas quedándose en un slip chiquito que dejaba ver un bulto terrible que evidentemente captó mi atención.
Acto seguido se tiró al agua y se acercó sonriendo. Claramente ya se le había pasado el susto.
Y vi como poco a poco tomaba el mando, cosa que quería con todas mis ganas.
Cruzamos un par de comentarios y ya envalentonado reaccionó.
Se pegó a mi y descarado tomó mi cuello en su mano, me acercó la cara y me empezó a comer la boca en un beso duro, intenso, donde la lengua casi apareció de primeras invadiendo mi boca, buscando la mía.
Más pegados yo le puse las manos en la espalda y él con la otra me apretó el culo, como si comprobase la dureza de mis nalgas.
A esas alturas yo había sentido crecer debajo tanto su pene como el mío, así que entendí que él también lo habría notado pues se apretaba más y empezaba a frotarse con firmeza.
Entonces en un gesto rápido, se subió al borde de la piscina, donde estábamos abrazados, se quitó el slip piernas abajo y dejó que surgiera de la nada un pollón enorme, a medio empalmar, depilado, venoso, morenito (tomaba sol desnudo, estaba claro).
Supe qué hacer sin que me dijeran nada, avancé medio metro, apoyé mis brazos en sus piernas que estaban colgando del borde con los pies dentro del agua. Yo en medio de sus muslos. Y mirándole a los ojos le agarré ese pollón y empecé a chuparlo despacio, saboreando cada centímetro, lamiendo ese tronco magnífico y notando crecer su dureza dentro de mi boca.
Uff realmente era enorme, 25cm me dijo después. Siento debilidad por las gigantes y esa era de las mejores de ese verano, qué barbaridad. Se puso dura como un mástil, gordísima, con las venas como cordones y una cabeza brillante perfecta, como un casco pulido listo para embestir.
Le alternaba chupadas, lamidas, besos, succiones y sobre todo algo que me fascina, las bolas dentro de mi boca apretándolas con los labios succionando duro como queriendo tragarlas.
Le iba mirando a los ojos con frecuencia para ver su cara de goce y triunfo, convencido de que su plan había salido a la perfección. Jiji, si supiera...
Estaba disfrutando esa mamada cuando se levantó, me ofreció la mano y con un gesto hábil me sacó del agua.
Yo iba en tanga pero mi pene asomaba duro por encima. Me había puesto caliente como una perra.
Me miró y sonrió, me llevaba de la mano hacia las tumbonas. Entonces me desabrocha el nudo lateral de la tanguita, me lo deja caer, y me tumba en la hamaca, como en cuatro, haciéndome que le ofreciese el culo.
Yo cada vez más caliente, era mi fantasía, seducirlo para que me dominase y me follase como a su putita.
Se puso detrás, arrodillado, me apretó las nalgas, un par de manotazos, plas, plas, uff, un gemido por mi parte, y separa las nalgas con las manos.
Hunde su cara con la lengua en avanzadilla y me empieza a hacer el ano con una energía bestial, como tratando de hacerlo más grande con la lengua, de hundirla del todo dentro. Besando, chupando, mordiendo, su lengua como un micro pene taladrándome.
Y al tiempo me toma la verga y me la baja por detrás y empieza a masturbarla. Luego me dijo que claro que sabía pero no se podía imaginar el rabo que tenía. 23cm duros como piedra por culpa de ese pizzero cabrón.
La saca por debajo del culo, y empieza a alternar mamármela con seguir haciéndome el ano. Ufff la excitación de ese momento era total.
Estaba claro que no era la primera polla que se comía el hombretón. Tenía muy claro qué hacer en todo momento.
Yo miraba de reojo para ver lo que pudiese cuando no enterraba mi cabeza en la tumbona. Cada vez más cachonda, más dilatada, más lubricada. Con mi precum ya brotando sin freno.
Gimiendo, jadeando, presa de aquella boca que literalmente me estaba follando con su lengua.
Se levanta mmmmm, recuerdo que cada cambio que hacía me producía un nervioso calentón tratando de adivinar qué iba a venir.
Y se coloca detrás. Noté claramente su cabezón ardiendo apoyarse en mi hoyito dilatado, lo sentía duro, grandioso. Una mano en mi nalga apretando fuerte, la otra en su pollón. Y de pronto ahhhhh la mete de golpe, no bruscamente, pero si hasta el final en un solo gesto como avanzando firme, sabiendo que iba a encajar toda. Y efectivamente, mi culo tragó todo aquel ariete con una voracidad increíble, mmmmm. Qué ganas tenía de una así.
Le oía gemir sin disimulo, de repente le oía cosas tipo "uff vaya puta", "menudo culazo" "te lo voy a romper cerda".
Vamos lo típico que te lo dicen en frío por la calle y le pegas un sopapo que lo dejas dando vueltas que no sé por qué extraña razón cuando lo oímos mientras nos están reventando nos parece poesía pura.
Ya me ves a mí muerta de gusto, durísima. Cuando me dan así de duro y me excito tanto se me pone impresionante.
Y el pizzero dando rienda suelta a sus riñones, bombeando, dejándome el trasero como la bandera de Japón, mmmmm, qué delicia.
Noto que se mueve más rápido, más duro, mmmm, ya viene pensé. Y allí estaba, un alarido tremendo y me inunda un calor por dentro maravilloso mientras empuja con más fuerza como queriendo soltar todo en cada embestida.
Ay madre mía, qué corridón. Notaba como si me hubiese llenado con litros de lechita tibia. Qué sensación.
Él se desploma en mi espalda, con el rabo todo dentro, dándome sus últimos espasmos y besándome los hombros.
Recuerdo que pensé, no puede ser tan perfecto, ahora va a ser dulce?.
Entonces me tumbé, dejé caer el peso de mis rodillas que estaban temblando hace ratito. Nos pusimos de cucharita, él detrás, sin despegarnos.
Y experta ya en momentos así le tomé la mano antes de que se quedara dormido y se la llevé a mi vergota dura. Y sin decirle nada se la solté. Mmmmm niño aplicado, comenzó a pajearme con fuerza y ritmo mientras me besaba el cuello. Lo cierto es que no duré nada porque no confiaba en su aguante y sobre todo porque estaba demasiado caliente como para retrasar mi orgasmazo.
Y así apretando el culo hacia atrás para notar su polla apoyada en mi, reposando muertita, deslechadita pero aun así bestialmente grande, solté unos chorros de semen divino que me dejaron totalmente satisfecha ahora sí, con la pizzería del barrio.
Mmmmm se quedó toda la tarde y al cabo de un rato ...
Bueno eso ya otro día. Solo un consejo cariños. Comercios de proximidad, son lo mejor de lo mejor.
3 years ago