Continuo con Apolinar
Hasta la mañana siguiente no teníamos excursión o visita en grupo; salimos a dar un paseo Rosa y yo con un matrimonio algo mayor que nosotras, cenamos juntos y regresamos al hotel a una hora prudencial. No podía quitarme de la cabeza al padre Apolinar, me preguntaba si se repetiría algo así y mentalmente hacía planes para disfrutar más de él, todo había ocurrido de manera tan inesperada y tan rápido que solo la sensación de vacío que de vez en cuando sentía en mi coño me recordaba que todo había sido real. Estaba decidida a masturbarme esa noche, la duda estaba si utilizar mi imaginación o buscar algo porno en mi iPad, era reacia a utilizarlo para estas cosas porque me aterrorizaba que quedase algún rastro en la memoria de dispositivo y que alguien de mi entorno llegase a descubrir qué tipo de páginas visitaba.
Apenas lo sentí, alguien estaba tras la puerta de mi habitación llamando suavemente con los nudillos y raspando con las uñas la madera de la misma. Solo cuando se repitió entendí que alguien estaba llamando; casi no me sorprendió cuando le vi a través de la pequeña rendija que dejé al abrir, otra vez me abrazó besándome en la boca y agarrando fuertemente mis nalgas, yo correspondí apartándome de él lo suficiente para meter mi mano entre su pantalón y masturbarle; no sabría decir que de los dos estaba. más excitado, nunca me habían hablado en el tono que lo estaba haciendo él ¡ y además era un cura ! pero estaba tan caliente que nada de lo que hiciera o dijese podía m*****arme, de todos modos su poco tacto al hablar a una mujer en esos momentos lo achaqué más a su falta de experiencia mundana que a otra cosa.
Mientras pasaba su lengua por mi cuello o cualquier parte de mi cuerpo me masturbaba como había hecho unas horas antes, frotaba mi sexo a la vez que manoseaba mis nalgas y trataba de meter un dedo en mi ano. Evidentemente no conocía expresiones como sodomía o sexo anal..... ( ahora me río al recordarlo ) la única expresión que le vino a la mente fuerte decirme que si me gustaba que se corrieran en mi ojete, que quería darme por el culo.... tal cual, exactamente utilizó esas expresiones para proponerme tener sexo anal.
Nunca había tenido sexo anal, nos dirigimos a la cama y no creo que nunca nadie se la hubiera mamado como lo hice yo en ese instante, se metió entre mis piernas y enfiló su verga a mi coño, agarró mis piernas y las colocó sobre sus hombros al tiempo que empujaba metiéndose en mi hasta que sentí su pelvis pegada a mis labios vaginales. No sé cuantas veces llegué a correrme, estuvo entrando y saliendo de mi como un taladro al menos veinte minutos, hubo un momento que no sabía si era flujo lo que salía de mi coño o me estaba meando; en cualquier caso a Apolinar además de excitarle le gustaba porque metió su cara entre mis muslos y lamió y tragó lo que pudo de todo lo que salía.
Apartándome unos instantes de él revolví en mi neceser buscando alguna crema hidratante para lubricarme.... él cogió todo lo que estaba a mano; llenó mi ano y alrededores de body milk mientras con un dedo de otra mano frotaba mi clítoris; ¡Dios! estaba al borde del éxtasis. Sentí un dedo dentro de mi culo, no tenía ni idea de como lo había conseguido, pero lo cierto es que allí lo tenía, entrando y saliendo de mi ano y haciéndome sentir unas sensaciones que jamás había tenido y lo cierto era que mis temores habían sido infundados, no había sentido dolor o la más mínima m*****ia. Jugaba con su dedo dentro, ahora mantenía él su mano en reposo y era yo la que se movía haciendo vaivén adelante y atrás con su dedo masturbando mi ano como si. fuera mi coño..... de repente, una mezcla de m*****ia y más intenso placer, volvía a move su mano entrando y saliendo pero ahora eran dos dedos...... se tumbó boca arriba, su polla apuntando al techo y yo en cuclillas sobre él con su verga enfilando mi ano, resbalaba por el body milk, al cuarto intento logramos que su glande quedara encajado, lentamente fui bajando, mi cuerpo se deslizaba pero habían un punto en el que el dolor superaba al placer y de nuevo evitaba la penetración. Continuamos intentándolo, al menos cinco o séis veces me deslicé sobre él pero apenas su grueso glande abría mi ano para comenzar a entrar una intensia m*****ia me hacía retroceder; era la séptima u octava vez, volví a sentarme sobre él, su glande estaba encajado en el lugar idóneo y lentamente me fui deslizando... sentí como me abría, no sentía dolor, solo un ligero escozor que era perfectamente asumible a cambio de las demás sensaciones que mi cerebro recibía. Solo recuerdo que era un placer extremo y desconocido el que estaba sintiendo, mi coño supuraba fluidos y de repente sentí su pelvis apoyada en mis nalgas... estaba totalmente dentro de mi, aquel gigantesco trozo de carne que tenía por polla lo tenía totalmente dentro y comenzaba a mover su pelvis moviéndose dentro de mi, pasaron varios minutos, sus manos agarraban mis nalgas y me hacían subir y bajar con su falo dentro, no sé cuantas veces llegué a correrme antes de sentir por segunda vez en un mismo día como se vaciaba dentro de mi, esta vez dentro de mi ano, por primera vez en mi vida me la habían metido en el culo y en ese instante todavía no había logrado discernir si me gustaba más ahí o en mi coño.
Estuve viéndome con el padre Apolinar varios meses más todavía, al principio follaba dos o tres veces por semana, a medida que fue pasando el tiempo mis costumbres cambiaron, y mis necesidades también. Pasé de tener sexo dos días a la semana a tenerlo dos veces al día todos los días de la semana. Bueno, no es exactamente así aunque sí lo es el número de veces que lo tenía a la semana, pero eso son otras historias que iré contando aquí.
Apenas lo sentí, alguien estaba tras la puerta de mi habitación llamando suavemente con los nudillos y raspando con las uñas la madera de la misma. Solo cuando se repitió entendí que alguien estaba llamando; casi no me sorprendió cuando le vi a través de la pequeña rendija que dejé al abrir, otra vez me abrazó besándome en la boca y agarrando fuertemente mis nalgas, yo correspondí apartándome de él lo suficiente para meter mi mano entre su pantalón y masturbarle; no sabría decir que de los dos estaba. más excitado, nunca me habían hablado en el tono que lo estaba haciendo él ¡ y además era un cura ! pero estaba tan caliente que nada de lo que hiciera o dijese podía m*****arme, de todos modos su poco tacto al hablar a una mujer en esos momentos lo achaqué más a su falta de experiencia mundana que a otra cosa.
Mientras pasaba su lengua por mi cuello o cualquier parte de mi cuerpo me masturbaba como había hecho unas horas antes, frotaba mi sexo a la vez que manoseaba mis nalgas y trataba de meter un dedo en mi ano. Evidentemente no conocía expresiones como sodomía o sexo anal..... ( ahora me río al recordarlo ) la única expresión que le vino a la mente fuerte decirme que si me gustaba que se corrieran en mi ojete, que quería darme por el culo.... tal cual, exactamente utilizó esas expresiones para proponerme tener sexo anal.
Nunca había tenido sexo anal, nos dirigimos a la cama y no creo que nunca nadie se la hubiera mamado como lo hice yo en ese instante, se metió entre mis piernas y enfiló su verga a mi coño, agarró mis piernas y las colocó sobre sus hombros al tiempo que empujaba metiéndose en mi hasta que sentí su pelvis pegada a mis labios vaginales. No sé cuantas veces llegué a correrme, estuvo entrando y saliendo de mi como un taladro al menos veinte minutos, hubo un momento que no sabía si era flujo lo que salía de mi coño o me estaba meando; en cualquier caso a Apolinar además de excitarle le gustaba porque metió su cara entre mis muslos y lamió y tragó lo que pudo de todo lo que salía.
Apartándome unos instantes de él revolví en mi neceser buscando alguna crema hidratante para lubricarme.... él cogió todo lo que estaba a mano; llenó mi ano y alrededores de body milk mientras con un dedo de otra mano frotaba mi clítoris; ¡Dios! estaba al borde del éxtasis. Sentí un dedo dentro de mi culo, no tenía ni idea de como lo había conseguido, pero lo cierto es que allí lo tenía, entrando y saliendo de mi ano y haciéndome sentir unas sensaciones que jamás había tenido y lo cierto era que mis temores habían sido infundados, no había sentido dolor o la más mínima m*****ia. Jugaba con su dedo dentro, ahora mantenía él su mano en reposo y era yo la que se movía haciendo vaivén adelante y atrás con su dedo masturbando mi ano como si. fuera mi coño..... de repente, una mezcla de m*****ia y más intenso placer, volvía a move su mano entrando y saliendo pero ahora eran dos dedos...... se tumbó boca arriba, su polla apuntando al techo y yo en cuclillas sobre él con su verga enfilando mi ano, resbalaba por el body milk, al cuarto intento logramos que su glande quedara encajado, lentamente fui bajando, mi cuerpo se deslizaba pero habían un punto en el que el dolor superaba al placer y de nuevo evitaba la penetración. Continuamos intentándolo, al menos cinco o séis veces me deslicé sobre él pero apenas su grueso glande abría mi ano para comenzar a entrar una intensia m*****ia me hacía retroceder; era la séptima u octava vez, volví a sentarme sobre él, su glande estaba encajado en el lugar idóneo y lentamente me fui deslizando... sentí como me abría, no sentía dolor, solo un ligero escozor que era perfectamente asumible a cambio de las demás sensaciones que mi cerebro recibía. Solo recuerdo que era un placer extremo y desconocido el que estaba sintiendo, mi coño supuraba fluidos y de repente sentí su pelvis apoyada en mis nalgas... estaba totalmente dentro de mi, aquel gigantesco trozo de carne que tenía por polla lo tenía totalmente dentro y comenzaba a mover su pelvis moviéndose dentro de mi, pasaron varios minutos, sus manos agarraban mis nalgas y me hacían subir y bajar con su falo dentro, no sé cuantas veces llegué a correrme antes de sentir por segunda vez en un mismo día como se vaciaba dentro de mi, esta vez dentro de mi ano, por primera vez en mi vida me la habían metido en el culo y en ese instante todavía no había logrado discernir si me gustaba más ahí o en mi coño.
Estuve viéndome con el padre Apolinar varios meses más todavía, al principio follaba dos o tres veces por semana, a medida que fue pasando el tiempo mis costumbres cambiaron, y mis necesidades también. Pasé de tener sexo dos días a la semana a tenerlo dos veces al día todos los días de la semana. Bueno, no es exactamente así aunque sí lo es el número de veces que lo tenía a la semana, pero eso son otras historias que iré contando aquí.
4 years ago